Maratón Schumann en el Palau de la Música

La cita, hoy y mañana, reviste un doble interés: por los intérpretes y por el infrecuente repertorio

Gatti dirige a la Mahler Orchestra Marco Caselli Nirmal

Pep Gorgori

La Mahler Chamber Orchestra, considerada una de las mejores orquestas del panorama europeo actual, protagoniza hoy y mañana en el Palau de la Música Catalana dos conciertos en los que interpretará la integral de sinfonías de Robert Schumann. Bajo la dirección de Daniele Gatti, el conjunto retoma así su actividad tras meses en los que su agenda se ha convertido en una simple retahíla de cancelaciones a causa de la pandemia. «Me consta que los músicos están motivadísimos», afirma el director general del Palau, Joan Oller.

La cita, pues, reviste un doble interés: el de los intérpretes y el de un repertorio que aún hoy es infrecuente en muchas programaciones. A Robert Schumann se le reconocen sus méritos como compositor para piano y como creador de bellísimos lieder. Ahora bien, cuando se trata de su trabajo sinfónico siempre surge el tópico que le afea alguna que otra cuestión. Atrapadas cronológicamente entre las sinfonías de Beethoven y las de Mahler, las cuatro que compuso Schumann parecen más pequeñas, pero este mantra facilón empequeñece más a quien la formula que al propio compositor. En palabras de Oller, «Schumann no trata nunca nada con superficialidad, y busca llevar al límite el ideal romántico que expresa Beethoven».

«Viaje a la luz»

En el caso de Schumann, según Oller, este ideal se plasma en un «viaje que va desde la oscuridad de la enfermedad mental que padeció Schumann hasta la luz que representa su voluntad de ser feliz». Esta música «es luz y oscuridad, esperanza y tragedia, de modo que además refleja los tiempos que estamos viviendo», asegura.

Aparte de la Tercera Sinfonía, que se conoce con el sobrenombre de 'Renana', esta parte de la obra del compositor sigue estando infrarrepresentada en las programaciones orquestales. Y eso que su influencia en generaciones posteriores es innegable, digan lo que digan los tópicos. Brahms estudió a fondo las cuatro sinfonías, e incluso rescató un borrador descartado de la Cuarta, que Schumann había reescrito de arriba a abajo por considerar que no le había quedado lo suficientemente redonda. En los momentos apoteósicos asoma ya la obra de Bruckner, y la orquestación dio pistas a Mahler, que se declaró admirador de estas obras -lo que no le impidió revisarlas en una edición en la que llevó el agua de Schumann a su propio molino.

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