La Cubana, cuatro décadas de plumas, colores y mucho 'cutrelux'

La compañía celebra 40 años de historia con la exposición 'Un viaje de la nada al 2021'

La exposición reúne vestuario, material de atrezo y todo tipo de objetos disparatados ABC

Ariadna Mañé

«Tenemos una obsesión con guardarlo todo, no hemos tirado nada en todos estos años», ríe Jordi Milán, fundador junto con Vicky Plana de la compañía teatral La Cubana. De pie en lo que podría ser su propio museo del 'kitsch', Milán se rodea de una selección de vestidos de colores, tocados con plumas y bisutería, objetos dorados, elementos disparatados de atrezo -como un cruasán gigante o un submarino hinchable- y, sobre todo, cuatro décadas de memorias sobre un escenario de teatro.

La Cubana celebra su aniversario este año con una exposición en el Miramar Centro Cultural de Sitges, abierta del 17 de junio al 26 de septiembre , en la que el público podrá ver de cerca una muestra de lo que guardan su almacén de mil metros cuadrados en Hospitalet.

Cuatro décadas de historia que empiezan con el icónico cartel con su nombre en bombillas , que Milán bautiza como «un fetiche, un amuleto». Como no podría ser de otra forma, ríe el actor, el nombre de la compañía se les ocurrió en una noche de borrachera, inspirados en el sobrenombre de «cubanos» que se les dio a los habitantes de la villa cuando, a principios del siglo XIX, muchos de ellos intentaron hacer fortuna en Cuba. «Sin Sitges, La Cubana no sería La Cubana», reconoce Milán.

Aunque hoy en día La Cubana es un icono teatral, sus inicios en 1980 fueron de lo más humildes. «Empezamos haciendo teatro en la calle porque no teníamos local», explica Plana. Es por ello que la exposición se llama 'Un viaje de la nada al 2021'. Actuaban en escaparates, en mercados, o convirtiendo toda la ciudad en un gran escenario, con el beneficio de que estos sitios «llevan el público incluido», sin necesidad de anuncios ni entradas. Así fueron construyendo su legado hasta que en 1989 estrenaron 'Cómeme el coco, negro', que, añadiendo las representaciones en 2005 y 2007, ha tenido 928.000 espectadores. El decorado original enmarca hoy la entrada a la exposición de Sitges, un pedazo más de historia teatral dispuesto para el público.

Donde se crea la magia

Pero para sumergirse en el universo 'cubano' hace falta entrar en las salas con todos los objetos teatrales, dispuestas prácticamente como si estuviesen en almacenes, que transportan al visitante al lugar tras el telón donde se crea la magia. Es imposible dejar los ojos quietos; en cada rincón sorprende un pequeño detalle que los más fieles sabrán ubicar en cada obra. Un techo de vestidos colgando con las paredes llenas de zapatos y accesorios permiten al espectador adentrarse en el íntimo y estresante lugar que son los vestidores de un teatro. Del mismo modo, en la sala de decorados da la sensación de que en cualquier lugar se encenderán los focos, sonará la música y empezará una función allí mismo.

Lo que desde una platea parecen piezas carísimas y novísimas, hechas a medida para cada función, en realidad son donaciones y objetos reciclados. «Todo es de pega, corta y colorea», ríe Milán, al explicar que la Virgen de la Macarena que apareció en uno de los capítulos de la serie 'Teresinas, S.A.' fue construida a partir de un maniquí que encontró en la basura, telas recicladas con bordados falsos pegados con cinta adhesiva y papel de aluminio.

Milán describe el estilo de La Cubana como ' cutrelux ', es decir, que lo que de lejos parece lujo y exclusividad, no deja de ser inventiva e imaginación aplicados a cosas de estar por casa.

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