Caixaforum reivindica el noble arte de no dar un palo al agua

La exposición «Sooooo lazy. Elogio del derroche» celebra «el no hacer» como forma de resistencia

Dos visitantes contemplan los cubos de pintura seca de Ignasi Aballí Efe

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Casualidad o no, a un tiro de piedra de la exposición que, entre otras muchas cosas, explora la figura del vampiro como oscura encarnación del capitalismo más salvaje, otra muestra de ambición mucho más modesta pero impacto notable fantasea con el dolce far niente como antídoto perfecto a la «hiperactividad constante en la sociedad contemporánea». Una celebración de la pereza y la inactividad que toma impulso en las palabras del pintor polaco Kazimir Malévich («la pereza no es la madre de todos los vicios, sino la madre de la perfección») para acabar dándole la razón a ese otro filósofo llamado Luis Aguilé.

Porque, en efecto, es una lata el trabajar, máxima que Caixaforum Barcelona hace suya para construir «Sooooo lazy. Elogio del derroche» a partir de medio centenar de obras de las colecciones de arte contemporáneo de La Caixa y el Macba así como de préstamos de las Fundaçao Serralves y Cal Cego. Una cincuentena de piezas de artistas como Ignasi Aballí, Francesc Abad, Xavier Ribas, Ángela Ferreira o Priscila Fernandes, entre otros, que reivindican la pereza, «el no hacer», como forma de resistencia y mecanismo para contribuir al bien común. La idea, defienden los comisarios Beatriz Escudero y Francesco Giaveri, es contraponer «vida activa con vida contemplativa» para cuestionar la hiperactividad contemporánea y la noción misma de puesto de trabajo.

Detalle de la instalación de Priscila Fernandes Efe

Ahí están, por ejemplo, las dos piezas que reciben al visitante, dos esculturas móviles con las que Ángela Ferreira evoca una fábrica textil y la revolución Industrial y cuestiona también la utilidad de ciertos trabajos que obligan a las personas a ajustarse a un ritmo mecánico. A su lado, un vídeo del holandés Aernout Mik muestra cómo un grupo de personas destruye metódica y sistemáticamente objetos de consumo de un supermercado. Más evidente aún resulta « Malgastar«, instalación de Ignasi Aballí que reúne 20 potes de pintura blanca, los mismos que el artista barcelonés compró y dejó que se secaran mientras decidía para qué los iba a utilizar. «La exposición defiende rescatar la pereza del menosprecio político y pone de manifiesto que, de hecho, es la finalidad y el sueño de cualquier ser humano», resaltan los comisarios.

Así, mientras uno fantasea con pasar el resto de su días viendo crecer la hierba o secar la pintura, puede acomodarse en esa «Silla Zaj» con la que Esther Ferrer invita a sentarse «hasta que la muerte les separe»; comprobar hasta qué punto una pausa para el almuerzo propicia que los montadores de una exposición de Duane Hanson en la Scottish National Gallery of Modern Art se confundan con las esculturas; o pararse a barruntar si esa colilla realmente forma parte de la instalación del gallego Misha Bies Golas.

Instalación de Misha Bies Golas Efe

Una recreación en vídeo del mítico país de Jauja, paraíso fantástico en el que no hay que dar un palo al agua, ayuda a introducir en la exposición referencias a una pandemia que ha forzado la desaceleración del sistema y, al mismo tiempo, impide sentarse en las tres tumbonas desde las que Priscila Fernandes animaba a contemplar su creación. Un ligero contratiempo que, sin embargo, no afecta a lo esencial ya que, con covid o sin él, malgastar el tiempo y entretenerse en el noble arte del bostezo siempre será una virtud a cultivar con denuedo.

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