Alondra de la Parra: «El papel de director de orquesta nos mete en una burbujita que a mí me estorba»

La directora mexicana debuta este fin de semana en Barcelona, poniéndose al frente de la OBC en L'Auditori para interpretar 'La Consagración de la Primavera' de Stravinski

Alondra de la Parra, durante un ensayo Felix Broede

Pep Gorgori

Son las diez en punto de la mañana y todos los músicos de la OBC están ya en sus puestos, en el escenario de la sala principal de L'Auditori de Barcelona. Alondra de la Parra, directora joven pero que ya tiene una carrera notable a sus espaldas, llega al podio. Saluda y no pierde el tiempo con divagaciones. Recuerda a los músicos que 'La consagración de la primavera' de Stravinski evoca una música ancestral, anterior a la humanidad. Es una partitura que va muy hacia abajo y muy hacia la tierra, les viene a decir. A partir de ahí, levanta la batuta y el fagot entona esa sugerente frase que da inicio a «una de las obras más importantes de la música sinfónica, seguramente una de las más audaces y de las que más cambió la historia», según nos ha explicado en una entrevista previa al ensayo. A partir de ahí, los protagonistas son la música, las miradas y el gesto. Ese baile en que la directora se amolda a la orquesta y la orquesta se amolda a la directora, sin que nadie -admitámoslo de una vez por todas- sepa exactamente cómo.

ABC ha sido testigo de sus primeros minutos como directora en la capital catalana, ciudad que conoce bien «desde que la visité por primera vez siendo niña». Se presenta con un programa doble, viernes y sábado. Empieza con el 'Preludio a la siesta de un fauno' de Debussy y acaba con la 'Consagración'.El viernes, podrá escucharse el Concierto para piano de Schumann y, el sábado, el Concierto para violonchelo de Shostakovich. «El 'Preludio' es una de las obras que más adoro, fue de las primera que dirigí, es un mundo entre la realidad y lo mítico, de máxima sensualidad y belleza. Es de las obras más hermosas que existen», nos comenta, para añadir: «Además, al lado de la 'Consagración' fue una de las obras que cambió el mundo musical, aunque no podrían ser más distintas». Describe la obra de Stravinski como «muy terrenal y muy rítmica, es completamente brutal, vil, despiadada, humana en muchos sentidos». En cambio, la 'Siesta del Fauno' «es muy aérea, no tiene peso, está siempre flotando y al mismo tiempo es sumamente delicada».

Afincada en Berlín, la conversación pronto va por los derroteros de la comparación entre lo germánico y lo latino: «Hay culturas que necesitan estar estructuradas, ser eficaces es su máximo orgullo; otras, como las nuestras, se enfocan más en el vivir juntos, compartir, ser espontáneos». «Compartimos la alegría, el enfoque en la familia, en el tiempo libre, el gozar la comida como un arte, la vida social », cuenta, para añadir: «Ahora que vivo en Berlín extraño eso, porque al final la vida también es eso».

Y aun así, evita las etiquetas tanto como puede: «Nadie es una sola cosa pura. Yo no soy solo mexicana, yo crecí en México, mis maestros son todos neoyorquinos, trabajé en Australia, vivo en Alemania... no es posible ponerme la etiqueta de «directora mexicana» como no es posible ponerme la de «directora mujer»». Y puestos a quitarse etiquetas, prosigue: «Yo no soy directora de orquesta».

Que no cunda el pánico. Lo que quiere decir es que ella se considera «una artista que sabe dirigir orquestas». Es un matiz diferente, «como un pintor que es bueno con el óleo, pero él no es óleo». No cree en el rol del director, esa personificación de la autoridad máxima que impone un discurso musical disfrazado con un frac y moviendo un palito. «Ese papel lo único que hace es endurecer, distanciar, bloquear, detener la realidad, la sinceridad, la apertura artística. «El concepto de director de orquesta nos mete en una burbujita que a mí me estorba», afirma.

Evitamos preguntarle por las dificultades de ser mujer en el terreno de la dirección orquestal, porque ya sabemos la respuesta, pero sí cedemos a la tentación de plantearle si cree que antes de 2030 veremos a una mujer en el podio de la Filarmónica de Viena durante el concierto de Año Nuevo. Su respuesta no tiene desperdicio: «No sé, pero… ¿importa? Quizás la pregunta es cómo de importante va a seguir siendo el concierto de Viena en un tiempo. Creo que la pregunta es: estamos haciendo las cosas de la misma manera que hace muchos años, y eso... ¿es vigente con el mundo de hoy? Y mire que a mí encantaría dirigirlo, no es que no quiera, pero... ¿es eso lo importante?»

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