Crónicas pandémicas

Barceloneta’s rule: toalla solo para el sudor

Lo de Albert Batlle fue como aquella secuencia en la que la parroquia independentista pasa del alborozo a la decepción en segundos tras la DUI frustrada de Puigdemont

Las playas de Barcelona, cerradas durante la pandemia EFE

Jesús Hierro

Lo de Albert Batlle ayer fue como aquella secuencia de la parroquia independentista pasando del alborozo a la decepción en cuestión de segundos en la DUI frustrada de Puigdemont . Los bañistas más ansiosos imaginándose entre la arena y la salitre cuando el teniente de alcalde anunciaba que desde hoy se podría tomar el sol «de forma razonable» en las playas barcelonesas, y devolviendo al armario las chanclas y el bikini cuando poco después el Ayuntamiento le enmendó. Se podrá pisar los arenales, sí, pero solo para pasear o hacer deporte durante las franjas horarias vigentes. Nada de tomar el sol ni darse baños recreativos hasta que la capital catalana cambie de fase. Las toallas, de momento, solo para secarse el sudor. Aunque es cierto que muchos ya habían tomado los arenales sin encomendarse a nadie.

La apertura de los arenales al paseo y al ejercicio podrá aliviar al menos el congestionado paseo marítimo, especialmente en el extremo de la Barceloneta, convertido desde hace días en un gran gimnasio al aire libre . El vídeo que el periodista Raúl Gallego registró de decenas de jóvenes practicando diferentes modalidades deportivas en una coreografía casi perfecta, volvieron a sucederse ayer sobre el mismo escenario: «Mañana nos vemos a la misma hora, ¿vale?», se despedía una joven de su amiga, haciendo una interpretación cuando menos laxa de las normas de desescalada.

Hubo mucha gente otra vez en la Barceloneta . Unos, respetando los protocolos de seguridad para prevenir contagios -aunque mantener distancia con esa masificación es complicado-, y otros no tanto. Corredores, ciclistas y patinadores, en soledad o en grupo, moviéndose sobre el terrazo del paseo marítimo; otros atletas, muchos sin camiseta, esforzándose con sentadillas, abdominales y flexiones sobre la hierba . Los gimnasios cerrados no son excusa para no definir bíceps y pectorales aunque sea con autocargas y sin pesas. Y los más atrevidos, zambulléndose en un mar aun transparente gracias al confinamiento, y remoloneando luego sobre la arena, llevando la flexibilización del estado de alarma más allá de lo razonable.

La coreografía de decenas de torsos desnudos al sol, como en la entradilla de un telefilme de sobremesa con sabor californiano, volvieron ayer por la mañana, hasta que a las diez los mayores tomaron, como siempre, su relevo. Pero así como en el turno de noche del lunes la Policía Portuaria se asomó para advertir del deber de mantener compostura después de que aquellas imágenes coreográficas se viralizaran en las redes, ayer por la mañana no hicieron notar su presencia. Ni rastro de los guardianes de la compostura en esos instantes sobre el paseo marítimo de la Barceloneta Beach para disuadir a los incívicos.

Poder pisar nuevamente desde hoy la arena, aunque sin tumbarse al sol como había sugerido Batlle, será un pasito hacia lo que Sánchez define «nueva normalidad». Un futuro escenario en el que la toalla tendrá más utilidad que el de secar el sudor, y en el que, probablemente, volverán las ilegales ofertas de mojitos, los«massage» y los turistas reponiéndose al sol de la resaca .

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