Sergi Doria - Spectator in Barcino

Mis 25 años en ABC

En estos veinticinco años escribí la crónica de cómo Barcelona pasó de ser ciudad olímpica a ciudad-bestseller

Un lector, con un ABC Maya Balanya

Este fin de semana he cumplido 25 años en ABC. Mi primer artículo en el que, ya en tiempos universitarios, era mi diario de cabecera, vio la luz el 14 de noviembre de 1995 en la sección de Cultura: una entrevista a Jayne Anne Phillips por su novela “Campamento de verano”, una fábula con resonancias de Faulkner protagonizada por unos niños en un entorno salvaje: la acción transcurre en 1963, el año del asesinato de Kennedy, cuando Estados Unidos perdió su inocencia.

Conservo el pliegue de la edición catalana de ABC -entonces 16 páginas- donde apareció la pieza. En portada, Ruiz Gallardón y Alejo Vidal-Quadras, el candidato del PP a la Generalitat que consiguió sacar de quicio al omnipotente Jordi Pujol.

Aquella Cataluña del Oasis que se pretendía inocente tenía un once por ciento de paro y los Pujol-Ferrusola ya obviaban la meritocracia. En el ABC de aquel 14 de noviembre la sección “Nombres propios” dedicaba unas clarividentes líneas a Oriol Pujol: “Trabaja en la Generalitat, donde su padre es el jefe. Ayer le entrevistaban en La Vanguardia y narraba su ocupación de este verano: ascender a un picacho de seis mil metros en Alaska y colocar allí la senyera. Es conmovedor ver cómo Pujol ha conseguido que sus hijos, en lugar de resultarle independientes le hayan salido independentistas… Oyendo al joven Oriol, da que pensar en que, en lugar de votar al partido de su padre, quizás se incline por votar finalmente a Colom, que también pone senyeras en lugares increíbles”.

El comentario anunciaba lo que veinticinco años después son evidencias: el clan ya depredaba; a los Pujol junior -y las nuevas generaciones convergentes- les iba más la estelada que la senyera.

Cuando empecé a firmar en ABC, Colom lideraba Esquerra, Joaquim Nadal el PSC y Rafael Ribó se hacía pasar por comunista en Iniciativa y Els Verds. El hoy síndico vitalicio, como el socialismo catalán eran tigres de papel para el nacionalismo rampante.

Aquel noviembre del 95, Convergencia perdía su inocencia -si alguna vez la tuvo desde Banca Catalana- mientras apuntalaba el corroído gobierno de Felipe González. Ambos ejecutivos hacían la vista gorda sobre sus respectivas corrupciones. El socialismo catalán contemporizaba con la ingeniería social nacionalista: el “Programa 2000” pujolista progresaba adecuadamente. Pere Esteve evitaba referirse a Javier de la Rosa o el Caso Casinos. Luego vino lo que vino. La huida hacia adelante cuando la corrupción anegó los cuartos de mando convergentes, la “deixa” del Patriarca: la familia como Organización Criminal.

No todo ha sido política. En estos veinticinco años escribí la crónica de cómo Barcelona pasó de ser ciudad olímpica a ciudad-bestseller. En los días anteriores al solsticio de junio de 2001, un escritor sólo conocido por el lector juvenil me habló de “La sombra del viento”. Ataviado con una camisa negra adornada con el pin de un dragón, Carlos Ruiz Zafón abría las puertas del Cementerio de los Libros Olvidados.

La entrevista en ABC Cataluña del 16 de junio de 2001 fue la primera sobre la novela fundacional de la Barcelona-bestseller. Cinco años después llegaría “La catedral del mar” de Ildefonso Falcones: desde entonces, no pasó un año sin novela barcelonesa.

Repasar las hojas amarillentas y en blanco y negro anteriores al universo digital permite reconstruir encuentros como el de un día gris de 1996 cuando en la antigua sede de Seix Barral de calle Provenza conversamos con el autor de “La literatura nazi en América”: el, entonces desconocido, Roberto Bolaño; o cuando Sigrid Kraus y Pedro del Carril fundaron Salamandra: entre los primeros títulos de 1999, “Harry Potter y la piedra filosofal” de la todavía inédita J. K. Rowling.

Ejercer el periodismo cultural en una ciudad literaria es un privilegio, aunque no siempre depare buenas noticias. He visto cerrar la Librería Francesa del paseo de Gracia, la Catalònia de ronda Sant Pere, la Formiga d’Or del Portal de l’Àngel, la Negrocriminal de la calle la Sal… Dijimos adiós a Terenci Moix, Manuel Vázquez Montalbán, Víctor Mora, Francisco González Ledesma, Jesús Moncada, Joan Perucho, Joan Bassegoda, José Luis Giménez-Frontín, Eugenio Trías, Ana María Matute, Esther Tusquets, Toni y Claudio López-Lamadrid, Ana María Moix, Carmen Balcells, Mercedes Salisachs, Jaume Vallcorba, Roberto Bolaño, el padre Batllori, Francisco Casavella, los editores Lara (padre e hijo), Paco Camarasa, Enrique de Hériz, Juan Marsé… y el amigo Carlos Ruiz Zafón.

Veinticinco años después, hay cosas que, no solo no han cambiado, han ido a peor. El “hoy paciencia mañana independencia” culminó en el golpe de 2017. Desde el nacionalismo gobernante se sigue sin reconocer la cultura catalana en castellano y se margina la lengua común en las escuelas. Los polvos del 95 que ABC denunciaba en su soledad del falsario Oasis son lodos separatistas.

Lo seguiremos contando desde Barcelona. La que fue ciudad abierta. Hoy fea, triste y desnortada.

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