No nos lo mercemos

A la grave crisis sanitaria y sus derivadas económica y social que vivimos hay que sumarle una profunda crisis institucional. Una superposición de crisis que dibuja una tormenta perfecta que afecta al conjunto de España y de manera particular a Cataluña. En el caso de España, las tensiones entre los poderes ejecutivo y judicial o la compleja situación de la Corona derivada de la presunta actuación del Rey emérito, dibujan un panorama sombrío. En Cataluña, la inhabilitación del hasta ahora Presidente Quim Torra añade un nuevo capítulo al largo rosario de despropósitos de esta legislatura.

Desde mediados de enero, la ciudadanía de Cataluña sabe por el entonces Presidente Quim Torra que el Gobierno está agotado, que los socios que lo integran han perdido la confianza y que no tiene sentido prolongar la vida de un ejecutivo sin rumbo. Ya entonces el Presidente anunció la convocatoria de elecciones una vez se hubieran aprobado los Presupuestos.

Tan cierto como que la pandemia ha distorsionado el calendario previsto es que la desconfianza entre los socios del Gobierno se ha incrementado. Sólo hay que ver la ingeniería política de los socios para alargar la agonía del ejecutivo hasta febrero para darse cuenta de la profundidad de la crisis gubernamental.

No nos lo merecemos. Los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña, pensemos como pensemos, no nos merecemos que un Gobierno paralizado por su propia desconfianza alargue artificiosamente su vida agónica hasta febrero. No nos lo merecemos, sobre todo, porque esta decisión no responde al interés general, sino al de parte.

Tampoco nos lo merecemos por lo que conlleva de erosión de nuestras instituciones de autogobierno. Cada día son violentadas con retorcidas interpretaciones de leyes y reglamentos con el único propósito de subrayar y mantener la anormalidad. Y, ademá,s en el peor de los momentos posibles: en plena pandemia, con una crisis económica y social que requiere la receta contraria: una unidad política de mínimos para salir del atolladero. Somos muchos, pues, los que pedimos insistentemente la convocatoria inmediata de elecciones, conscientes de que muy posiblemente no habrá grandes cambios de fondo en la sociedad catalana, pero conscientes, también, de que la legitimidad es fundamental para hacer política. El actual Gobierno la ha dilapidado violentando las instituciones hasta el extremo de que ya no son sentidas como propias por una parte cada vez mayor de la ciudadanía.

Ramon Espadaler es secretario general de Units per Avançar