Juan Milián Querol - Tribuna Abierta

Salud, dinero y amor

Los navajazos entre los grupúsculos nacionalistas serían para disfrutarlos con palomitas si no fuera porque están desgobernando la Generalitat en medio del caos

Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. ¿Y qué nos ofrece Quim Torra? Pues justo todo lo contrario. Corrían los años sesenta cuando la barcelonesa Cristina (y Los Stop) cantaban al sentido común, a las que podrían ser las prioridades más elementales de un programa político sensato en cualquier época, pero, especialmente, en momentos como el actual. Salud, dinero y amor, ¿quién en sus cabales no lo firmaría entre tanto rebrote, desempleo y confrontación? Sin embargo, el espacio Torra-Puigdemont actúa como un agujero negro que engulle toda consideración ética o racional. Lo suyo es la épica destructiva. Su contacto con la realidad empieza a ser demasiado tangencial.

Salud, dinero y amor podría traducirse, políticamente, como reforzar el sistema sanitario, reactivar la economía y garantizar la convivencia. No obstante, en el pasado pleno del Parlament, el presidente de la Generalitat presentó, de nuevo, su propuesta estrella (y estelada ): repetir los hechos de octubre de 2017. « Ho tornarem a fer », proclamaba ufano. Es la amenaza de aquellos que no tienen ni idea de cómo gobernar, pero que están desperados por mantenerse en el poder. Es más bien una boutade que pone en evidencia la guerra interna de un separatismo fragmentado y sin rumbo. Los navajazos entre los grupúsculos nacionalistas serían para disfrutarlos con palomitas si no fuera porque están desgobernando la Generalitat en medio del caos.

La oferta independentista a los catalanes es, en definitiva, gestión irresponsable, infierno fiscal y discordia social. Torra debería ahorrarnos el amargo trance de sus cansinas bravuconadas e ir directamente a la fase más gloriosa del tardopuigdemontismo : tapas en Gerona y fuga en maletero. Y es que el señor lleva más de dos años en el Palau, sin aportar nada y dañándolo todo. Salud, dinero y amor, nada de ello pasa por la cabeza de Torra. Las suyas son las prioridades de un insensato sin credibilidad. Por suerte, pronto acabará, por su desobediencia confesa, cutre y pancartera , convirtiéndose en un mero transeúnte.

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