Oti Rodríguez Marchante - Barcelona al día

Jaume Clotet, el sargento chusquero

Cabe suponerle a la zona cerebro de la Generalitat que ya tiene hecha una valoración presupuestaria de lo que supone tener unas fuerzas armadas que no sean un asco o un hazmerreír

Oti Rodríguez Marchante
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En nuestra sociedad del moderado bienestar y del absoluto respeto a todo tipo de especies protegidas no es necesario aclarar que la fauna es inmensa y con loable tendencia al crecimiento. Aquel “hay gente pa tó” es hoy un principio inquebrantable. Y por eso se estaba echando ya en falta a un “tipo urbano” que le aportaba gran colorido a la vida social, familiar y de alterne en general: el que te cuenta su mili. Y para evitar la completa extinción de esta especie “animal”, desde la zona cerebro de la Generalitat ha surgido lo que podríamos denominar el embrión de una idea: tener un ejército catalán.

El impulsor de este apunte de iniciativa es su director general de Comunicación, Jaume Clotet, que considera indispensable la urgente creación de una fuerza militar propia para contrarrestar “los tres siglos de dominación militar española en Cataluña”, los cuales tiene estudiados con precisión gracias a su licenciatura de Historia en la Universidad de Barcelona.

A Clotet lo conozco no como historiador, sino como periodista, pues ha estado durante años en la redacción de ABC ejerciendo la profesión, donde supongo (sé) que desarrolló una actividad periodística al gusto de la empresa, aunque el gran asfaltado de su carrera lo ha hecho después al rebufo político del “proceso”y de sus equilibrios entre Esquerra y Convergencia.

Pero, volvamos a lo bonito de la idea: un ejército catalán y el uso y disfrute ya necesario del soldado de reemplazo y, por lo tanto, el rescate de ese personaje insustituible y entrañable del tipo que te cuenta su mili, del que podrán disfrutar las próximas generaciones. Cabe suponerle a la zona cerebro de la Generalitat que ya tiene hecha una valoración presupuestaria de lo que supone tener unas fuerzas armadas que no sean un asco o un hazmerreír, y que, aunque no sea cuestión de decirlo abiertamente, se tendrá que valorar la opción de un servicio militar, si no obligatorio, sí muy recomendable, para nutrir de músculo a la zona cerebro de la República catalana.

Tal cosa, aunque así, a botepronto, sugiera ciertas incomodidades y reservas entre nuestra juventud, a medio plazo no nos traerá más que ventajas, siendo las más evidentes la cantidad de anécdotas de cuartel que podremos escuchar durante las reuniones de amigos y familiares en los próximos años; o sea, un poco el espíritu “Gila”, y Clotet de sargento chusquero.

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