José Rosiñol - Tribuna Abierta

Espejismos e ilusionistas del 20-D

Quisiera centrar este artículo en una especie política que crece y se desarrolla con profusión en Cataluña, me refiero a los prestidigitadores lingüísticos y a los charlatanes de salón

José Rosiñol
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Estamos en esta especie de resaca poselectoral pero no pretendo, hoy, hacer un análisis de urgencia de los endiablados resultados del 20-D, ni profundizar en el porqué del espectacular avance de fuerzas populistas cuya retórica parece sacada de una expedición arqueológica a las obras completas del camarada Lenin, ni siquiera, en la clara relación entre la Gran Recesión y el auge de los partidos de “izquierda” (complejo y amplio concepto que va desde la socialdemocracia hasta los anticapitalistas).

Quisiera centrar este artículo en una especie política que crece y se desarrolla con profusión en Cataluña, me refiero a los prestidigitadores lingüísticos y a los charlatanes de salón. Veamos sucintamente qué ha pasado en las elecciones generales en Cataluña: el apoyo a las fuerzas separatistas ha bajado considerablemente en estos comicios (planteado como una especie de revival “plebiscitario”), pasando del 47,2% al 31,1% y si nos centramos en DiL (ex CDC), el partido del Gran Timonel nacionalista, vemos cómo ha pasado a la cuarta posición con un apoyo del 15,1%

Ante este panorama, ante un resultado que pasa del 47 al 31%, Francesc Homs –el cómico- nos regala una declaración cuya absurdidad solo estaría justificada ante un grave problema de desvarío: según él, el resultado en Cataluña “refuerza el prusés catalán”, creo que la ilusió con la que nos quieren vender este bochornoso proceso rupturista es en realidad ilusionismo. Nos quieren hacer creer y ver cosas que en realidad no existen, nos pretenden imbuir en un mundo de espejismos e irrealidad donde se invierte la moral y se construye un mundo de ficción orwelliano nada edificante y muy poco democrático.

Pero, no se vayan todavía, ¡aún hay más! En este mundo de fantasía, donde despuntan cómicos, rufianes e histriones por doquier, encontramos una obsesión enfermiza por localizar, señalar y estigmatizar a dos tipos de enemigos de la “patria de los mil años” (¡menudo lenguaje!), los de fuera y el enemigo interior, el botifler y quintacolumnista, aquél que justifica la tensión y la vigilancia (ilegal) del que disiente. Ahí nos tropezamos de nuevo con el ínclito Homs; para él, el PP y C’s son “adversarios furibundos” de Cataluña. El sentimiento de propiedad de Cataluña y de la catalanidad es, como mínimo, insana.

¿Hasta cuándo los líderes del prusés someterán a la sociedad catalana a este mundo de hiperrealidad? En este mundo están atrapados multitud de ciudadanos que, de buena fe, han creído los cantos de sirena nacionalista, y esperan una especie de desenlace de una profecía que para algunos les gustaría que fuese autocumplida. Juegan con un anacrónico fatalismo y un determinismo cultural que bien podría semejarse al supremacismo etnicista de los orígenes del nacionalismo catalán.

José Rosiñol es expresidente de Sociedad Civil Catalana

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