Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Diálogo

El independentismo, consciente de que sus cartas están marcadas, juega también con otra baraja en la que hay menos bastos y menos espadas

Miquel Porta Perales
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El diálogo -digan lo que digan- inquieta al «proceso». Tres razones: porque, el independentismo es un totalismo pretencioso que no está preparado para hacer concesiones al Estado; porque, un hipotético acuerdo con el Estado daría lugar a la rebelión de las masas fanatizadas contra el independentismo pactista; porque, la mera posibilidad de diálogo puede desmovilizar a un secesionismo sobrevenido y oportunista de carácter posibilista. En definitiva, el diálogo y el acuerdo evidencian el integrismo y debilidad del secesionismo. Al respecto, el nacionalismo catalán juega con dos barajas que imposibilitan el acuerdo. Primera: el pacto bilateral que dibuja una línea roja -el referéndum- inviable. Segunda: una Ley de Transitoriedad -que no se publicita para que no sea recurrida ante el Tribunal Constitucional- según la cual «Cataluña se constituye en una República de derecho, democrática y social».

¿Qué diálogo es posible con estos mimbres?

Pero, el independentismo, consciente de que sus cartas están marcadas, consciente de lo difícil que le resultará aguantar la presión pro diálogo, juega también con otra baraja -la tercera- en la que hay menos bastos y menos espadas. La baraja de la moderación táctica. Por eso, el líder de ERC practica el «calladismo» y se apresura a hablar con la vicepresidenta del gobierno. Por eso, la nueva Convergència se desmarca del proyecto de avanzar el referéndum soberanista. Conviene dar una imagen de moderación y diálogo para atraer a la ciudadanía moderada. Aunque sea para comunicarle, cuando convenga, lo de siempre: «ya se lo dije yo, con España es imposible dialogar».

Y mientras tanto, a ver si el independentista aumenta de peso y volumen. Pero, la CUP aprieta -por eso se redacta la Ley de Transitoriedad- y el independentismo es prisionero de sus propuestas y calendario. Y ahí están los «comunes» empeñados -otro tacticismo- en el referéndum pactado. El independentismo, siempre dispuesto a driblar con «astucia», acabará tropezando consigo mismo.

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