Daniel Tercero - Dazibao

Sea un populista en siete cómodos pasos

«El populismo triunfa en cualquier punto del mundo porque no encuentra contrapesos, y solo es más o menos intenso en función de las capacidades que el populista tiene de llevar a cabo sus ocurrencias»

Activistas independentistas en el acto de Puigdemont en Perpiñán INÉS BAUCELLS

Daniel Tercero

Aunque Ece Temelkuran se centra solo en el populismo de derechas, su libro «Cómo perder un país» (Anagrama, 2019) forma parte ya de la colección de obras que explican -o lo intentan- la degradación que sufren las democracias, desde dentro, hasta convertirse en sistemas más cercanos a las dictadura que a las democracias plenas. La hemiplejía de la periodista a la hora de explicar el populismo no impide la detección de parámetros que se repiten en cualquier parte del mundo. El lector catalán (¡y hasta español!) verá similitudes que le rodean sin grandes esfuerzos.

El populismo triunfa en cualquier punto del mundo porque no encuentra contrapesos, y solo es más o menos intenso en función de las capacidades que el populista tiene de llevar a cabo sus ocurrencias. Temelkuran nos presenta, en siete cómodos pasos, el tránsito del actor ridículo al «autócrata seriamente aterrador».

1. Crea un movimiento. Es el surgimiento de un nuevo «nosotros», que va ligado, inevitable y enfrentado, a un «ellos». Un movimiento transversal: «Por encima de todas las facciones políticas». «El nosotros siempre somete a sus oponentes a normas éticas (como la objetividad) que por su parte no se siente obligado a cumplir, dado que los originales propietarios del nosotros tienen el monopolio de la moralidad y el privilegio de ser la verdadera voz de las masas. Fin de la historia». Al líder se le permitirá «forjar alianzas contradictorias, antes imposibles, tanto a la derecha como a la izquierda del espectro político». Sin línea ideológica, «el líder también puede atraer financiación de extremos opuestos de la sociedad, desde los estratos más pobres hasta los más ricos».

2. Trastoca la lógica y atenta contra el lenguaje. Se trata de atacar personalmente al adversario. Apela a la ignorancia para evitar la refutación de una propuesta. Algo es verdadero porque mucha gente o la mayoría lo cree. Y, sobre todo, «la democracia consiste en respetar las ideas, así que respete la mía». Pero también es necesario controlar el lenguaje, los conceptos, su significado. Se prohíben unos, se modifican otros y se reinterpretan los oportunos. Y para esto se cuenta con la inestimable ayuda de periodistas e intelectuales.

3. Elimina la vergüenza. En el mundo de la posverdad la inmoralidad «mola». Reinventa todo. Solo lo que dice el líder o el movimiento es cierto. «La ciencia es solo un relato entre muchos, solo una verdad más». Es la consolidación de la posverdad: «Las mentiras que han rebautizado como hechos alternativos se han multiplicado a tal velocidad que ha sido como si hubiera un bufé libre en el que uno puede limitarse simplemente a elegir qué le apetece creer». Y en este bufé libre, el mundo digital es el mejor comensal. No hay leyes. «Son crueles porque pueden serlo».

4. Desmantela los mecanismos judiciales y políticos. «Cuando las necesidades de la gente son apremiantes, no es difícil convencerla de que en lugar de luchar por la igualdad social tiene más sentido mostrar lealtad a un partido político a cambio de una barra de pan y unos cuantos trozos de carbón diarios». Crea intereses. «La mayoría de la gente en realidad solo finge ser piadosa para poder moverse en los círculos adinerados». Y desprestigia las instituciones: «La percepción pública de que el aparato del Estado está condenado al fracaso y hace mucho que debería haber sido expoliado por el pueblo real».

5. Diseña tu propio ciudadano. ¡Constrúyelo! «Ha llegado el momento de reemplazar el antiguo modelo por la nueva versión». Forma parte del movimiento. «No le pedimos necesariamente que cambie, que lleve velo y esas cosas. Lo único que le pedimos es su plena obediencia y sumisión». Elogia al líder, todo irá bien. «Mientras haya una causa, y, en consecuencia, el líder pueda trazar una línea entre los que están a favor y los que están en contra, no habrá un delito ético al que los humanos no recurran».

6. Deja que se rían ante el horror. «Cuando la mente se ve obligada a poner a prueba su capacidad para procesar lo repulsivo y lo ilógico, y cuando la tarea se hace cada vez más ingente y cada vez más frecuente, hasta resultar absolutamente despiadada, el cerebro simplemente termina sobrecargándose y en consecuencia genera un mensaje de error. Es como si ese nuevo tipo de emoción fuera incapaz de encontrar su lugar en el mapa neuronal y solo pudiera emerger en forma de risa. Tal es lo que sucede cuando se te acaba la ira y cuando tus reservas de desesperación e indignación también se agotan. Pero (...) el gobernante sigue forzando más y más los límites, hasta que lo repulsivo y lo absurdo se convierten en la nueva normalidad».

7. Construye tu propio país. Una vez expulsados los infieles «las masas (...) no son necesariamente unos (...) idiotas, o gente deplorable; (...) son ciudadanos normales que en determinadas circunstancias -circunstancias que este libro ha tratado de poner en perspectiva- terminan apoyando activamente a gobernantes autoritarios, y con ellos, ese concepto que parecía haber quedado obsoleto: el fascismo».

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