Barcelona, caladero de los megayates rusos

La capital catalana cuenta con uno de los polos logísticos más importantes del mundo de servicios para los gigantes flotantes

Los superyates de los oligarcas rusos huyen a las Maldivas y Seychelles para evitar las sanciones

Algunas de los superyates que recientemente han estado embarcados en Barcelona Inés Baucells

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El Puerto de Barcelona centra buena parte de las miradas este jueves después de que en las últimas horas se haya sabido que la Dirección General de la Marina Mercante ha bloqueado allí el Valerie , un imponente superyate de un estrecho colaborador de Vladímir Putin. La embarcación, de 85 metros de eslora , está en los talleres del grupo MB92, considerada la compañía de reparación y mantenimiento de barcos lujosos más importante del mundo.

Su espectacularidad, con todo, no destaca en una zona habituada a ver lujosas embarcaciones. Y es que el litoral de la capital catalana se ha acostumbrado a convivir con megayates, algunos de ellos de multimillonarios rusos. Los propietarios de estos gigantes flotantes o mejor dicho los patrones y su tripulación, navegan por todo el mundo, y tienden a pasar largas temporadas en el Caribe, pero echan cada dos por tres el ancla en el mar barcelonés porque la capital catalana cuenta con uno de los polos logísticos más importantes del mundo.

Buena culpa de ella la tiene MB92, un grupo empresarial dedicado a los servicios de reacondicionamiento, reparación y mantenimiento de estas joyas del mar. Sus astilleros, en donde trabajan un millar de empleados, acogen al año más de 100 superyates con longitudes de entre 35 y 200 metros. Como si fuera un macrocentro comercial de reformas, allí se pueden conseguir desde repintados de barandillas, reposición de ventanas dañadas, instalaciones de parquet o tapizados o reparaciones mecánicas y obras de reforma completas.

Las instalaciones se han convertido en el 'pit stop' obligatorio para estos gigantes del lujo, que para su buen funcionamiento suelen hacer una parada técnica a l año, cuentan desde el sector. Es difícil, con todo, ver a sus amos por los muelles barceloneses: habitualmente únicamente se quedan aquí sus tripulaciones, que fácilmente superan la veintena de personas entre capitanes, oficiales, marineros y personal de servicios.

Máxima colaboración de las empresa

Del Valerie se sabe poco. Sí ha trascendido que hasta hace poco estaba a la venta, por 89 millones de euros, y que puede albergar hasta 17 personas en sus siete camarotes. Cuenta además con una guardería, un spa con un 'hammam' y una piscina de más de seis metros de largo. «Estamos cooperando con las autoridades y seguiremos haciéndolo», se limitan a contar a ABC fuentes de la compañía, que por confidencialidad no pueden desvelar detalles de sus clientes ni detallar si tienen a otros oligarcas rusos en el punto de mira.

Además, cerca de los muelles de MB92 existe la Marina Port Vell, uno de los pocos puertos deportivos del Mediterráneo especializados en superyates. Entre sus clientes están barcos de más de 60 metros de eslora. Además de sus servicios, el hecho de que tanto esta náutica como MB92 estén emplazadas en el corazón de la ciudad supone el atractivo extra para complementar los beneficios de atracar en Barcelona.

Por eso no es de extrañar que megayates de oligarcas rusos, perseguidos estos días como castigo al gobierno de Putin, pasen habitualmente por la capital catalana. Hasta hace poco, por ejemplo, el yate de Roman Abramovich , el expropietario del Chelsea , estaba amarrado aquí, también por tareas de mantenimiento, y acabó marchándose la semana pasada. El My Solaris partió hacia el este del Mediterráneo, en Montenegro, en busca de un destino más seguro, quizás temiendo que sería víctima colateral de la invasión de Ucrania,

Otra joya con sello ruso, el Dilbar , también suele tener Barcelona como puerto base. Es una de las embarcaciones de ocio más largas del mundo, con 156 metros de eslora, y su propietario ruso, el magnate Alisher Usmánov, suele venir aquí porque por sus dimensiones no todos los puertos le pueden dar cabida.

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