Ángel González Abad - Los martes, toros

Oportunidad perdida

El grito de ¡Viva Cataluña taurina! resonó en Jaén con la misma fuerza que hubiera surgido en Barcelona, pero no es lo mismo

Un instante de la jornada taurina el domingo en Jaén AFP

Ángel González Abad

El pasado domingo Jaén vivió la liturgia del mito de José Tomas, convertido esta vez en carne mortal, como cuenta Rosario Pérez en su crónica abecedaria. En una plaza abarrotada, abrasada por un calor implacable, surgieron gritos de viva la Cataluña taurina. Allí, a casi ochocientos kilómetros de Barcelona, estalló el recuerdo de todo lo que ha significado el torero de Galapagar en el devenir de la Fiesta en la Monumental de la Ciudad Condal.

La última irrupción en el ruedo de José Tomás fue en Jaén, y pudo ser en Barcelona. Lo escribió en estas mismas páginas Salvador Sostres al desvelar la oferta que el diestro hizo a los propietarios de la plaza, los Balañá, para torear en solitario dos corridas de toros en el comienzo de la temporada y como broche de oro en la Mercè.

El grito de ¡Viva Cataluña taurina! resonó en Jaén con la misma fuerza que hubiera surgido en Barcelona, pero no es lo mismo. Sabemos que las corridas de toros no están prohibidas en esta tierra, inmersa en una abolición empresarial que siguió a la política contra derecho que aplicó el Parlament. Parece claro que la inyección económica que ha supuesto para la capital jienense la aparición de José Tomás nada importa ni para los dueños de la Monumental ni para la Generalitat y el Ayuntamiento de Ada Colau. Para los hoteles, restaurantes, bares y comercios, puede que sí.

Cuentan las crónicas el peso de las canas, la decepción por una tarde que no acabó en el triunfo esperado… Quién sabe si estamos llegando al final de un glorioso relato, una historia con grandes capítulos escritos en la arena de la capital catalana. La comunión de la Monumental y José Tomás no acabó aquel domingo de septiembre de hace una década. Sigue viva, el problema va más allá del propio torero y los aficionados que conforman una resistencia admirable. Nos topamos con el miedo unido a la soberbia y la intolerancia. Por eso se ha perdido una oportunidad más frente a la libertad cercenada. Hay quien sigue sin querer oir. Fue en Jaén y pudo haber sido en Barcelona

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