MaB, 50 aniversario: urge proteger el 30% del planeta

Las reservas de la biosfera son laboratorios naturales para avanzar en modelos de sostenibilidad y economías más verdes

La reserva de la biosfera Oasis Du Sud en Marruecos ABC

Juan Carlos Valero

Los doctores Roser Maneja, Martí Boada y Miguel Clüsener-Godt, expertos del programa MaB (Hombre y Biosfera) de la Unesco, defienden en esta entrevista la convención de la biodiversidad para que la Tierra sea en diez años una reserva de la biosfera con un 30% de su superficie terrestre y marina protegida y un 10% de estricta protección.

–A Victor Hugo le producía una inmensa tristeza que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha. ¿Seguimos sordos?

–Miguel Clüsener-Gotd (M.C.G.) En la época de Victor Hugo se veía la naturaleza y el ser humano como antagonistas, una visión que la revolución industrial reforzó. Simón Bolívar llegó a decir: "si la naturaleza no nos obedece, haremos que nos obedezca". Hoy hay conciencia de que somos naturaleza, somos animales superiores que dominamos más y alteramos más. No se puede decir que no escuchamos porque hay que escucharse a sí mismo como parte de la naturaleza.

Roser Maneja (R.M.) Que somos naturaleza es algo relativamente nuevo en la comunidad científica y un gran paso, porque se consideraba que los humanos estábamos fuera. Cuesta, pero nos estamos dando cuenta de que la naturaleza nos está hablando. La pandemia es un ejemplo claro.

–En 1971 nace el programa MaB de la Unesco y al año siguiente el Club de Roma publica su informe "Los límites del crecimiento". ¿Hemos avanzado?

–Martí Boada (M.B.) Ambos hechos tuvieron una importancia de punto de inflexión. El Club de Roma evidenció que la visión del derecho de pernada de los humanos hacia el planeta Tierra no tenía límites. Pues sí, tiene límites. Los humanos nos diferenciamos del resto de organismos vivos porque tenemos dos tipos de evolución: la biológica y genética, que es igual a cualquier otra especie; y la evolución cultural. Y aquí está la clave para corregir la situación de colapso planetario. De ahí surgió la idea de capacitar para comprender el planeta a partir de la educación medioambiental . Que España sea campeona en reservas de la biosfera quiere decir que se ha trabajado bien el programa MaB, aun con todas las vicisitudes políticas.

–En la próxima Cop 15 de Biodiversidad... ¿Se alcanzará un acuerdo como el de París?

–M. C.G. En los próximos años vamos a perder un millón de especies. Para mitigarlo, la convención sobre diversidad biológica ha lanzado el objetivo en 2030 de proteger el 30% de la superficie terrestre, y un 10% estrictamente protegida. También de los océanos en idéntica proporción. Si se juntan todas las reservas de la biosfera tenemos 7 millones de kilómetros cuadrados, que es la superficie de Australia y corresponde al 6,5% de la superficie terrestre, mientras el 1,5% está estrictamente protegida. El 30-10 es la visión, la estrategia y podemos alcanzarlo en diez años. Costa Rica tiene el 52% de su territorio y España el 14%.

R. M. Nos une que estamos en lo que se considera la sexta extinción masiva de especies. A diferencia de las cinco anteriores, esta vez la causante es la especie humana. Es un mal plan no arremangarse. Debemos poner medidas a la sobreexplotación de recursos, a las especies invasoras, a lo que se llama pérdida de hábitats. Y sobre todo, a la contaminación y la emergencia climática, que con la pandemia nos hemos olvidado un poco.

M. B. La biodiversidad indica el estado de calidad de vida de un territorio. Metafóricamente es igual que cuando el médico nos pide una analítica: la biodiversidad son los hematíes, el colesterol, etcétera. Esta dimensión social hay que ganarla para que ante la situación de emergencia la gente entienda que no es una cuestión de ecologistas, sino que nos afecta a todos. La recuperación en España de la nutria en algunos ríos importa porque indica que el río se ha recuperado.

–Haga un DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) del programa MaB.

–M. C. G. Una debilidad sería que el programa MaB no es ley internacional. Es un convenio sin aplicación legal en la mayoría de los países. Su fortaleza es que, no teniendo implicación jurídica, sí que la tiene moral, que puede ser más fuerte. Amenazas proceden de la pandemia. Por ejemplo, en muchos parques de África que son núcleos de reservas de la biosfera , se consiguió detener la caza ilegal a través del turismo con cámaras fotográficas. Ahora que está el turismo a cero por el Covid, en algunas regiones la gente perdió sus ingresos y hemos visto que de nuevo se ha puesto en marcha la caza ilegal. Oportunidades, cada año hemos tenido veinte nuevas propuestas de reservas de la biosfera, este año estarán Arabia Saudita y Libia. En septiembre se propondrá una nueva reserva transfronteriza entre Austria, Hungría, Eslovenia, Croacia y Serbia, que conjunta un sistema fluvial con el Danubio, Mura y Drava. Es la primera vez que tenemos cinco países que estuvieron en guerra. Han logrado arreglar sus fronteras de la reserva de la biosfera.

–¿Qué lecciones se han aprendido para construir sociedades más resistentes?

–M. B. La pandemia nos ha puesto en un sitio de más modestia existencial y surgen criterios de sostenibilidad, formas de movilidad e iniciativas orientadas a formas de consumo más coherente, más reverentes con el medio.

R. M. Las reservas son laboratorios ideales para promover el conocimiento, la educación, la transferencia y la cooperación. Son una excusa perfecta para promover una relación más cordial con la naturaleza para conocerla y respetarla.

–¿La pandemia ha dado un vuelco a las prioridades medioambientales?

–M. B. Los más jóvenes piensan que hay que cambiar nuestra relación con la naturaleza y dejar la apropiación tan competitiva. Se detecta miedo, pero hay luz de esperanza al ver su capacidad reactiva de cambiar de formas de alimentación, de concienciación y de acercamiento al medio. Incluso la inmovilidad de la pandemia ha llevado a una cierta revalorización del entorno inmediato y se ha redescubierto el río o bosque cercano. Ha forzado también a un éxodo urbano de salidas terapéuticas de fin de semana. Esto es positivo, porque tiene un fondo motivador, pero la sociedad debe gobernar esta situación, porque hay riesgos de masificación del bosque y del medio, que durante siglos ha estado poco frecuentado.

M. C.G. Entre los desafíos, a mí me falta el de la contaminación y uno que es casi tabú: el crecimiento demográfico. La academia debería promover una reflexión y la ONU es el sitio idóneo para discutirlo.

R. M. Desde la universidad es necesaria una mayor reflexión sobre la evolución de la población. El crecimiento casi exponencial no es normal ni en las propias especies de la naturaleza.

M. B. La explosión demográfica va asociada al consumo y la esperanza de vida. Consumimos per cápita unas 30.000 kilocalorías diarias, de las que 4.000 son para el metabolismo y 26.000 en movilidad y terciario. Este modelo es malo.

–¿Qué experiencia aporta la gestión de las reservas de la biosfera al Green Deal europeo?

–M. C.G. Lo más importante es que antes las reservas de la biosfera parecían de gente mayor y ahora hay mayor sensibilidad juvenil. En Alemania, Reino Unido y Portugal han hecho estudios que concluyen que por cada euro de inversión, el rendimiento es entre 7 y 10 euros.

R. M. La UE se debe poner las pilas para que Europa sea un territorio neutro en emisiones en 2050. Está bien ponerse metas a largo plazo y de esta envergadura. Las reservas las visualizamos como territorios de experimentación, como living labs, con las partes ambiental, social y económica para experimentar y avanzar en modelos más sostenibles bien entendidos.

M. B. Si el sector inversor no actúa no habrá cambios estratégicos en las nuevas economías que tienen que surgir. Veo que el sector energético y el de automoción enseguida se han puesto en el discurso y están actuando desde el punto de vista del márketing y del negocio. El mayor riesgo viene de las emisiones y el modelo de combustión es clave.

–¿Sin justicia ambiental no puede haber justicia social?

–R. M. Iniciamos una tesis doctoral sobre este tema. Si las áreas naturales protegidas son territorios que proclaman una mejor justicia social o es al revés. Juntamos por primera vez el mapa de las áreas naturales protegidas del mundo con el mapa de la justicia ambiental o Environmental Justice Atlas (EJAtlas), que lo coordina el doctor Martínez Alier. La idea es ver dónde están los principales focos de injusticia y ver qué rol juegan las áreas de protección.

M. B. La injusticia ambiental y su relación con la injusticia social es evidente e inseparable. Cuanta más degradación y desatención con el entorno y los modelos de producción, más pobreza. Los fenómenos migratorios también tienen relación y la movilidad climática la veremos intensificada.

–¿Qué éxitos de las reservas se pueden trasladar al resto de la sociedad?

–M. C.G. Ligar la posible zona protegida con el desarrollo sostenible son dos caras de la misma moneda. Fue el mensaje básico de la reunión de Río del 92. Por ejemplo, si quieres descarbonizar Menorca, la sociedad debe utilizar menos derivados fósiles y usar otras energías. Un car sharing de coches eléctricos para turistas y la población todo el año sería un cambio de conciencia.

M. B. Falta alfabetización ambiental, capacidad de entender. En conocimiento del medio natural cualquiera de nuestros abuelos sabía más que nosotros de plantas y animales, aunque no supieran ni escribir. Hay que recuperar ese conocimiento general. En España, el problema es el vaciado del mundo rural, que es clave para la sostenibilidad. –¿Hay suficiente educación ambiental?

–M. C.G. Una sección de Unesco se ocupa de la educación ambiental para el traslado de los logros científicos al nivel divulgativo en la escuela. Hemos trabajado mucho con los ministerios de educación para redactar los currículos.

M. B. Desde la cumbre de Estocolmo del 72 se vio claro que había que trabajar en educación ambiental si no queríamos meternos en un callejón sin salida. La visión del medio como un todo debe afectar a todos los currículos y niveles. En España hay una comisión de educación ambiental, pero el problema es de ritmo, de capacitación y de motivación, que es bajo en relación con la aceleración de los procesos de desgaste del territorio. Se produce una especie de arritmia.

–¿España es líder mundial en reservas de la biosfera porque sus habitantes las identifican como positivas para su futuro?

–M. C.G. Cuando se oye reserva de la biosfera hay quien piensa en nuevas restricciones. Y no es cierto, porque solo se mantienen las que ya estaban. La reserva es la integración del parque y su entorno.

M. B. Se ha entendido que las reservas, además de ser áreas de monitoreo, son instrumentos económicos de sostenibilidad. Por eso ahora la solicitud es reclamada por sectores productivos como si se tratase de una Denominación de Origen (DO). En lugar de limitar y entorpecer el desarrollo, lo que consigue es dinamizar las economías más verdes y sostenibles.

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