Ignacio Miranda - Por mi vereda

Los últimos de la filosofía

«En Salamanca solo doscientos de los casi 2.500 alumnos examinados han cursado la asignatura, cuando el año pasado fueron un millar»

Ignacio Miranda

Habemus consilium ministrorum, ergo ya dormimos tranquilos . Un grupo amplio, diverso, entrepelado. También pueden descansar tras realizar las pruebas de la EBAU los alumnos de Castilla y León, concluidas las jornadas de sudores fríos, de manojos de nervios, de bocas secas ante lo que se juega cada uno. En mis tiempos, previos a la LOGSE y el selfie, los contenidos de la selectividad no despertaban tamaño interés entre los medios de la comunicación. De hecho no recuerdo que nadie, más allá del profesorado y de los que terminábamos COU , quisiera saber entonces si nos tocaba traducir a Virgilio o a Cicerón , explicar la arquitectura mudéjar o la mozárabe -que tanta confusión generaba-, desarrollar la Generación del 27 o el teatro de Buero Vallejo con el simbolismo de la ceguera.

Respecto a la filosofía, uno ya no recuerda qué temas caían, pero sí que era obligatoria para todos los alumnos, de ciencias o de letras. Ahora, entre la marginación del pensamiento y el ocaso de las humanidades, es optativa. Porque claro, vaya usted a decirle a cualquier joven en esta era de frivolidad e imperio de la imagen, de mero postureo vanidoso, que se ponga a leer a Platón o estudie la escolástica. Aunque es admirable que resista todavía una minoría de bichos raros .

En Salamanca , por ejemplo, solo doscientos de los casi 2.500 alumnos examinados han cursado la asignatura, cuando el año pasado fueron un millar. De continuar la disminución, en un lustro desaparecen. Los profesores destacan que, a pesar de la marginación que padece la filosofía en el bachillerato -otro inmenso error-, quienes la estudian tienen una alta motivación. Nadan contra corriente, como escuadra de pensadores que honra la memoria de Miguel de Unamuno , como guarda pretoriana de la conciencia crítica, e incluso de la creatividad, en el entorno adocenado que nos toca vivir. O sufrir.

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