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Terror al 20-D

«La nefasta ley de Memoria histórica, obra cumbre del aciago y ominoso Zapatero, ha tenido en Castilla y León una aplicación históricamente perniciosa...»

Antonio Piedra
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La nefasta ley de Memoria histórica, obra cumbre del aciago y ominoso Zapatero, ha tenido en Castilla y León una aplicación históricamente perniciosa y memorablemente innoble: persecución y odio a los inocentes papales del Archivo de Salamanca que se limitaban, como todas las inocencias con peso descriptivo, a dar fe de los hechos de una guerra incivil. ZP quiso arrasarlos, hacer yesca con ellos, y lo más perverso: practicar una política sectaria con la cultura de los españoles. Una acción que avergüenza a los directivos de la UNESCO cuando se les pregunta en público y que, cuando que se habla en privado con ellos, la califican directamente de “barbaridad propia de bárbaros”.

Bueno, pues el 22 de diciembre –hace 5 días–, las Cortes de Castilla y León –¡ya era hora, guapos!– aprobaron una declaración Institucional que exige a la Generalidad la devolución al Archivo de aquella “documentación indebidamente recibida desde 2006”.

Dicho en castellano: de los papeles robados. Por tanto, 9 años de latrocinio sistemático, de mentiras, de acoso y derribo, y de tomaduras de pelo. Cachondeos mil al lucero del alba que, indecentemente, se han estirado hasta la reciente campaña electoral. Todos los partidos han metido la cuchara en el Archivo, han puesto palos a la ley, han ocultado sus perversiones, y han ejecutado alianzas bajo un denominador común: terror al votante en el 20-D.

Vean, vean. Ya en octubre –por la iniciativa civil de la SAS (asociación Salvar el Archivo de Salamanca), tenían todos los partidos la misma declaración que aprobaron hace 5 días. Se la pasaron por el arco de triunfo. El Gobierno Rajoy –que lo desmienta el cunero por Palencia y Ministro de Cultura apellidado no sé qué de Vigo– prohibió hablar de esta patata caliente en campaña electoral por razones varias: miedo a la porquería legal generada, connivencia con Mas, desprecio a la Junta de Castilla y León que siempre exigió la devolución. El PSOE, lelo con el zapaterismo innato que lo asola –todo concepto es discutido y discutible–, ni se enganchaba ni se desligaba de la propuesta: lo que digan, si mando yo.

Las patatas revolconas las puso Ciudadanos. El chico del nenuco y de la Inmaculada Concepción parecía un separatista Mas con el Archivo. En principio, dijo que no, porque la propuesta –cumplir con la ley– era demasiado dura para la Generalidad, y más en vísperas de una campaña tan decisiva. Sólo cuando le advirtió la iniciativa civil que sacaría a la prensa su actitud ponderada, Rivera dio un paso atrás y dijo que adelante. Así le han ido las votaciones. Curiosamente –y hay que resaltarlo porque es la verdad–, el único partido que nunca puso pegas a la propuesta civil ha sido Podemos. Conclusión: que todos en campaña se cagaban de miedo por exigir la devolución legal de unos papales robados. ¿Y ahora? Veremos, dijo un ciego.

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