Sensibilidad social

Ignorancia, mala fe o proximidad electoral, donde trasnochados movimientos de izquierda intentan recabar votos en caladeros anticlericales, cada vez más exiguos, explican acusaciones a la iglesia de oscurantismo y posición dominante en la obtención de recursos económicos del Estado. La semana pasada presentaron el portal de transparencia, más claro que el de asociaciones o partidos, donde el ciudadano puede consultar, por ejemplo, a qué se destina su dinero si pone la marca en la casilla de la iglesia en la declaración de la renta. Así de los 250 millones de euros que la iglesia recibe por las declaraciones del IRPF (un 23% de los ingresos totales), los curas que no viven como tales sino como mileuristas, se llevan en salarios algo menos de 200 millones del presupuesto total, contribuyendo a su vez al Estado con el pago de las prestaciones sociales.

Los comecuras ignoran (o manipulan) que más del 50% del presupuesto total de la iglesia (algo más de mil millones) se destina a obras sociales, educativas y mantenimiento del patrimonio, que son servicios que revierten sobre las administraciones porque si dejara de prestarlos, provocaría un colapso en España, que acarrearía la quiebra del estado de bienestar. Por otra parte, la iglesia destina un 11% a empleos de civiles e indirectamente proporciona 225.000 empleos a través del patrimonio artístico, que tiene un impacto de un 2% en el PIB. Más allá de estos y otros datos cuantificables, la labor de ayuda a enfermos, inmigrantes, colectivos desfavorecidos, etcétera es real (no propaganda welcome) y de más calidad, que el prometido y prestado (o no) por las administraciones. El destino del 0,7% del IRPF que se detrae de la aportación al Estado, no es asunto religioso, sino de sensibilidad social.