Ana Pedrero - Desde la Raya

Culpable

Sólo espero que ese malnacido se pudra en prisión; que no haya más víctimas de este horror, víctimas que se repiten y rompen por su columna vertebral a tantas familias, a una sociedad herida de muerte

EFE

Un jurado popular ha declarado culpable por unanimidad a Bernardo Montoya, la mala bestia que secuestró, abusó y asesinó a Laura Luelmo, la joven profesora cuyo único delito fue su hermosura, la mala suerte de vivir frente a un monstruo. Desde entonces, la sonrisa de Laura quedó congelada en las fotos y yo no me atrevía a mirarla, tan sin respuestas.

Mientras esto escribo, una madre recibe una ínfima parte de lo que la vida le ha quitado. Una madre, un padre, una hermana, un novio, una familia que ha esperado día tras día este momento, una palabra: culpable.

Con Laura murieron muchas cosas y comenzaba esta pesadilla que les puso de la forma más terrible e involuntaria en todos los medios; también en miles de corazones, voces, gargantas que nos echamos a la calle para pedir justicia, que no haya más monstruos ni víctimas. Ni una más.

Con la voz quebrada, su tío y abogado ha agradecido la labor de todos los que han intervenido en el caso sin olvidar a nadie; tanta gente de bien que les abrió casa y brazos en los días más difíciles, cuando España entera era una piña en torno a una familia zamorana herida en su médula. Familia que ha dado un ejemplo de dignidad y discreción en una época en la que todo se vende al peso, salvaguardando su intimidad y la de Laura de la mala praxis de quienes hacen carroña, no periodismo.

Un veredicto, una sentencia, no les devolverá la alegría, la luz, la presencia de Laura. Sólo espero que ese malnacido se pudra en prisión; que no haya más víctimas de este horror, víctimas que se repiten y rompen por su columna vertebral a tantas familias, a una sociedad herida de muerte.

Desde el silencio elegido por la familia para vivir su duelo, desde el respeto a la memoria de tantas mujeres como se cruzaron en el camino con su particular monstruo, espero que al menos esta sensación de que comienza a hacerse justicia alivie el dolor de esos padres y de quienes tanto la amaron.

Espero también que la justicia haga su trabajo con una sentencia ejemplar y se cumpla íntegramente la pena. Sólo así, cuando me encuentre con la maravillosa sonrisa de Laura, podré mirarle a los ojos y devolvérsela.

Os abrazo.

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