Ana Pedrero - Necrológica

¡Bonjour tristesse!

Nuria García-Casado García nació el 3 de junio de 1947 en Zamora y ha muerto el 21 de abril de 2020 en Madrid. Fue médico de la Seguridad Social en la capital de España, y después trabajó en Sanitas, Adeslas y la mutua del Colegio de Abogados. Era viuda de Miguel Martín, que colaboró en ABC y fue director de RTVE.

ANA PEDRERO

Bonjour tristesse! Con estas dos palabras en su whatsapp resumía la doctora Nuria García-Casado su estado desde que en febrero de 2019 se fuese su marido y gran amor, el genial periodista, escritor y guionista Miguel Martín, compañero eterno de vida y uno de los pilares de la libertad en el periodismo de la Transición desde las páginas de ABC.

Pero nada en Nuria era tristeza. Todo ha sido energía, belleza, perfección, luz, pura vida. Nuria García-Casado veía la primera luz en Zamora el 3 de junio de 1947. Hija de Sandalio y de Angelines, miembros de una pujante familia del comercio tradicional, Nuria pasa su infancia en el emblemático edificio que vierte a las calles de San Torcuato y Santa Clara, en pleno corazón de la ciudad. Dotada de una precoz inteligencia y una exquisita sensibilidad que desembocaba siempre en la excelencia, Nuria obtiene a los 12 años el superior de Piano y la titulación en Francés al finalizar sus estudios en el Colegio de las Francesas.

Comienza la carrera de Medicina y el amor irrumpe en su vida para siempre. Con 22 años se casa con Miguel en la Catedral de Zamora, para celebrarlo después en el Casino. Les acompaña su otra familia, la del corazón, la de los amigos del alma, parte de una generación irrepetible de artistas, empresarios y librepensadores que hablan de una Zamora que ya no existe. Ya casada, finaliza sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid, donde le aprueban la Gimnasia porque esperaba ya a su primer hijo. Realiza su Doctorado obteniendo sobresaliente cum laude y logra el número 1 en su oposición a la Seguridad Social, eligiendo como destino primero el ambulatorio de la calle Quintana y después el de la Puerta del Sol. Allí ejerció hasta que hace dos años llegó el tiempo de la jubilación. Hasta el último de sus días, en esta pandemia devastadora que nos la ha robado, continuaba al pie del cañón con diversas compañías privadas y con la Mutua del Colegio Oficial de Abogados. No quería dejar desamparados a sus pacientes. Así me lo escribía hace apenas un mes. Como mujer, siempre fue consciente de que la igualdad se defiende con el ejemplo, en carne propia, sin pancartas. Y en todo fue ejemplar.

Más allá de su curriculum deslumbrante y de su sentido competitivo –nada podía quedar al azar–, Nuria ha sido madre y abuela amorosa, amiga fiel, leona para los suyos. Impecable e implacable, incluso para subir a la última ambulancia con su irrenunciable collar. Transparente como su mirada felina. Tan hermosa.

El miércoles sus cenizas regresaban a su amada tierra zamorana. Nuria ya está con nosotros, donde quería, entre los suyos, con Miguel, junto al Duero, tan cerca de Dios. Hay un ángel con bata blanca y ojos azules en la mutua del cielo.

Vuela, querida Nuria. ¡Bonjour tristesse!

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