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Parábola de la conquista

«El beato» de Alfredo Conde, Premio Ateneo de Valladolid, se distancia de otras novelas sobre el Descubrimiento de América

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Tal vez no sea preciso el título de estas líneas, pero la condición de ellas y el final de la novela dotan a la obra de un cierto sentido humanístico. En el «proemio», el protagonista real, si se puede admitir como retrato, juega con una idea literaria, la del manuscrito encontrado: "Contemplo mi vida en imágenes y me sonrío". Y confiesa: «Mi vida está condensada en esas imágenes, de forma que pudiera parecer reiterativa y contumaz, que el autor denominó ‘Colección de estampas que representan los principales hechos y prodigios del Beato Fray Julián de Chaguazoso, religioso franciscano de la Provincia del Santo Evangelio de México’».

A ello se añade otra circunstancia: «fue dispuesta, la tal colección, por el R.

P. Fr. Tadeo de la Aguadilla». La dificultad de lectura del protagonista, «no sé leer», queda subsanada: «No sé leer, pero hay algo que me dicta las palabras que se suceden…» A pesar de ello explica: «sin saber leer ni escribir, profesé en religión en la Orden Franciscana». Pero añade: «¿Seré un santo agnóstico?». Solo hay que añadir un detalle más del narrador–protagonista: «Soy gallego, ya saben».

Planteada la técnica literaria, conviene advertir que la obra se basa en la reproducción de treinta y tres imágenes, aun contando con que el protagonista pintado en ellas no ha visto nunca al autor: «la verdad es que no recuerdo haber visto nunca a fray Tadeo por estas tierras; quizá me pasase desapercibido». A pesar de ello, como fundamento de la obra, Fray Julián de Chaguazoso revisa todas las imágenes, con la correspondiente versión de las mismas. El resultado es un comentario de lo que el autor pinta, de forma diferente, una doble visión: la condición humana del ser retratado en las láminas y el contexto o escenario en que se encuentra.

Lo más importante son las reflexiones en torno al retratado y es decisiva y sugerente la triple visión de lo que ha sido su conquista de América: la personalidad de Fray Julián, el comportamiento de los mexicanos y, especialmente, el papel de la mujer, sobre todo en la figura de Axayacatl y su hija Acicatli. El nuevo mundo y el franciscano español ofrecen una curiosa imagen de la primera América, como ocurre con la personalidad de Hernán Cortés, a cuya trayectoria se une la del protagonista. La curiosa e inesperada trayectoria de Fray Julián de Chaguazoso, con sucesos personales inesperados, se transforma en una sugestiva novela, como confiesa el personaje, «ausentándome en busca del destino que la vida me había impuesto a través de la boca de una loba…». Todo ello convierte a la obra en algo muy diferente de las habituales novelas del Descubrimiento, con un desenlace inesperado y distinto.

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