Objetivo común

La defensa cerrada por los puestos de trabajo en la factoría de Lauki en Valladolid ha sido una de las pocas acciones conjuntas de todas las fuerzas políticas, sindicales y sectores sociales que ha demostrado que cuando hay unidad puede haber resultados. Incluso en muchas ocasiones ni siquiera con ella se logra nada.

La llegada de grandes multinacionales es siempre saludada porque crean puestos de trabajo y con ello riqueza, pero el peligro de la deslocalización es una espada de Damocles que no es fácil quitarse de encima. Las grandes empresas sólo buscan la rentabilidad y a la hora de lograrlo no hay corazón ni sentimientos, sólo cifras. Si hay que cerrar una planta, se cierra; si hay que llevarse la mano de obra a territorios más baratos, se hace.

Y esto es lo que ha pasado en Valladolid con Lauki o con Dulciora. Pero la presión ejercida y coordinada por todos, con implicaciones en los máximos niveles y las razones y argumentos de peso, han logrado abrir la puerta a la esperanza. Lactalis no mantendrá Lauki en Valladolid, pero se aviene a negociar una posible venta de la planta, posibilidad que antes, sin muchos razonamientos lógicos, contemplaba.

La lección para nuestros representantes públicos es evidente: son muchas las ocasiones en las que juntos se puede hacer mucho más. Esta lección no debería quedarse en la excepcionalidad de una situación límite, el cierre de una empresa, sino que debería extenderse al día a día y buscar con ello los puntos de encuentro y colaboración. No es pensar en cuentos infantiles, es tener la certeza de que la vida pública no es la vida del enfrentamiento, de oponerse a todo lo que propone el rival, sino la de buscar las mejores soluciones para los problemas ciudadanos. La sociedad reclama, cada vez más, diálogo y entendimiento en todo. Buena lección cara al post 26J.