Artes & Letras

Nueva visión de leyendas leonesas

Alfonso García incorpora 14 versiones respecto a su anterior recopilación, de 2005

El escritor Alfonso García ABC

NICOLÁS MIÑAMBRES

Una cita de Alfonso García, iniciando el apéndice «Fundación mítica de Bembibre», resume su desolada actitud ante la manifestación de las leyendas: «La verdad es que buena parte de nuestra historia ha quedado perdida entre desidias, pedregales y olvidos». No se puede ser más conciso y expresivo. Alfonso García, además, no es un diletante en el fenómeno legendario: en 2005 editó Leyendas de León, una especie de simiente etnográfica de la obra actual, enriquecida ésta con catorce nuevas versiones.

A todo ello hay que añadir la indirecta minuciosidad bibliográfica habitual en este tipo de trabajos, utilizados por Alfonso García: P. César Morán, Antonio Viñayo, José María Merino, Antonio Berjón y Vázquez, Jovino Andina, Joaquín Alegre como editor, Jose Luis Puerto, autores anónimos… Todos ellos han creado un sustrato erudito y legendario del que Alfonso García puede nutrirse en algún caso, sin olvidar el Camino de Santiago, uno de los espacios más ricos por su contenido. Pero la elaboración se ajusta esencialmente a cuatro campos: el histórico, el legendario, el hagiográfico y el descubierto personalmente. Sin olvidar América: teniendo en cuenta el conocimiento del continente americano por parte de Alfonso García, es natural que paisajes, ambientes y personajes surjan transformados en el texto. Son varios las referencias a ello, pero resulta muy atractiva la leyenda de «La damita de Cerulleda», nombre de Adelaida Rodríguez, la leonesa que se aposenta en Cuba y canta en su dolor: «Y a mí solita / me van a dejar; / solita, sola, / para llorar».

El libro se cierra con «Dos apéndices fundacionales», referidos a las poblaciones de Bembibre y La Bañeza, cada uno de ellos reflejando un trabajo creativo, aunque no esencialmente histórico ni ajustado a la versión clásica. Son, de alguna forma, un doble pretexto para la recreación literaria. En el caso de la primera, Pedro el baratero, protagoniza una inesperada narración, en la que aparece el latinismo de bene vivere, inventado por una monjita del monasterio de San Miguel de las Dueñas. En la segunda, La Bañeza toma un cuerpo especial, con el pretexto de la aldea americana La Bañuquia, teórico origen mítico de La Bañeza. En el texto aparece, con valor simbólico, la rana y figura la colaboración poética de Antonio Colinas, de quien se evocan unos versos: «Aquí en estas riberas / donde atisbé la luz por vez / primera, dejo también el corazón». Independientemente de la gran calidad y rigor de la recopilación, lo escrito termina con un nostálgico futurible creativo: «Y ojalá que algún día mi asombro y mi enigma se hagan transparentes como el agua del origen».

Noticias relacionadas

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación