Las llamas arrasan en un atípico verano un 70 por ciento menos de superficie

Sólo se ha registrado un gran incendio, el de Lober (Zamora), que arrasó 2.000 hectáreas

El número de fuegos se redujo casi a la mitad y tres de cada diez fueron conatos

El incendio de Lober de Aliste, en la provincia de Zamora, arrasó 2.000 hectáreas en cinco días EFE

M. Gajate

El punto de partida no era halagüeño. Las intensas lluvias de primavera habían dejado una abundante vegetación y en el caso de las labores agrícolas ésta podía provocar el recalentamiento de la maquinaria. A ello se unía el temor a que un atípico verano en el que la sociedad buscaba aire limpio, se llenaran las áreas recreativas y a mayor cantidad de gente más probabilidad de descuidos. Sin embargo, ninguno de estos factores han tenido la suficiente fuerza y la campaña de incendios acabó el pasado 30 de septiembre con uno de los mejores balances de la serie histórica .

Sin cifras aún oficiales, desde la Consejería de Fomento y Medio Ambiente advierten de que el volumen de fuegos ha disminuido en un 45 por ciento respecto a la media de la década, que se sitúa en los 1.470. Haciendo cuenta, éstas arrojan en torno a 800 en lo que va de este 2020, lo cual dejaría el ejercicio como el mejor desde 1984 junto con el de 2018, cuando las llamas rondaron estas cifras.

Más acentuada es la diferencia respecto a los diez años anteriores si la magnitud a comparar es la de las hectáreas arrasadas por las llamas. En esta campaña se calcula que han ardido en torno a 4.000, un setenta por ciento menos de terreno forestal que la media entre 2010 y 2019 -un 86% menos respecto al arbolado-, aunque en este caso sí ha habido ejercicios con mejores resultados.

Un árbol calcinado tras caerle un rayo en un pinar entre un pinar entre Aldea Real y Pinarnegrillo, en Segovia ABC

De hecho, de esa superficie afectada, la mitad se acota a un único incendio, en de Lober de Aliste , en la provincia de Zamora, donde durante cinco días las llamas devoraron cerca de 2.000 hectáreas, de las que algo más de la mitad eran arboladas y de matorral. Además, se quemaron 859,18 de superficie agrícola y 44,68 de pasto.

Se trata del único gran incendio de este verano, como así se califica a los de más de 500 hectáreas, en Castilla y León . Su origen pudo estar relacionado con maquinaria agrícola y su evoluciono hizo temer por varias poblaciones de la zona. Las llamas avanzaban serpenteando montaña abajo y aproximándose peligrosamente a zonas habitadas. Llegaron a ocasionar daños en varias naves y material agrícola, sin que hubiera que lamentar ningún daño personal.

Más allá de este fuego, el setenta por ciento se quedaron en conatos, sin llegar a afectar a más de una hectárea, y el resto no arrasaron de media más de 2,5. Por lo general, han afectado más a zonas periurbanas que estaban más abandonadas que otros años ante la falta de cuidados durante los meses de confinamiento previos al verano, en los que, además, las lluvias dejaron una abundante vegetación, han explicado fuentes de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, cuyo titular, Juan Carlos Suárez-Quiñones, ya ha solicitado su comparecencia en las Cortes para dar cuenta del balance de la campaña.

Mientras los incendios accidentales por maquinaria agrícola sí se han dado, aunque no con una relevancia especial, no se ha cumplido el mayor temor con el que empezó la campaña de incendios: los accidentes y negligencias en espacios de ocio de áreas naturales. Se creía que éstos estarían más ocupados, pero ya sea porque se ha sido muy cuidadoso o porque estas zonas han sido en este raro verano lugares de paso más que de esparcimiento, la mano involuntaria del hombre no ha estado detrás de un número importante de incendios.

De hecho, sólo un 62 por ciento de los incendios y un 76 por ciento de la superficie quemada se ha centralizado en el verano. Y es que antes de empezar la campaña de alto riesgo Castilla y León ya sumaba 299 fuegos y 945 hectáreas quemadas. Los meses de marzo y abril suelen concentrar todos los años llamas, aunque es menos probable que por las condiciones climáticas y del terreno queden fuera de control que durante el caluroso estío en el que un golpe de viento lo cambia todo.

Asistencia en la pandemia

El operativo contra incendios forestales ha contado con 4.500 profesionales durante la campaña de alto riesgo, entre el 1 de julio y el 30 de septiembre, si bien ya antes de esa fecha numerosos efectivos estaban en sus puestos en labores de prevención. Unos trabajos que en un año marcado por la pandemia compaginaron con la asistencia que requería la crisis sanitaria , desinfectando municipios, trasladando pacientes que requerían tratamiento a los hospitales o movilizando medicamentos en los entornos rurales, terrenos de los que los agentes medioambientales son conocedores y que la infraestructura dimensionada para tiempos de normalidad no alcanzaba a cubrir.

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