Uno de los profesionales que trabajan en el proyecto de restauración de la fachada salmantina
Uno de los profesionales que trabajan en el proyecto de restauración de la fachada salmantina - FOTOS: D. ARRANZ
Cultura

Así luce la rehabilitada fachada de la Universidad de Salamanca

ABC se ha subido a los andamios días antes de que los retiren para ver el resultado de la restauración de la portada plateresca de la institución académica

Salamanca Actualizado: Guardar
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Cinco meses de trabajo y casi 600.000 euros de inversión -incluidos los estudios previos- harán posible que la próxima semana la fachada plateresca de la Universidad de Salamanca (Usal), cuya fecha de construcción más aceptada se sitúa entre 1512 y 1528, vuelva a lucir toda la riqueza que atesora.

Se desmotarán los andamios y se quitará la lona con la inscripción «Tras la fachada ¿te imaginas un futuro sin patrimonio?», con la que desde el mes de agosto los visitantes y turistas de la capital salmantina se han tenido que conformar al no poder admirarla en todo su esplendor, incluida la rana sobre la calavera.

Un equipo multidisciplinar de profesionales, coordinados por la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, la financiación de la Junta de Castilla y León y la Universidad de Salamanca y la colaboración de Enusa, han llevado a cabo una serie de actuaciones que no sólo tendrán un efecto inmediato, sino que servirán para comprender mejor el comportamiento del conjunto en relación con el clima exterior.

Óxido de aluminio ha sido la técnica empleada en la limpieza de la fachada, explica Jesús Castillo, uno de los directores del proyecto, por ser «la menos agresiva» para la piedra y el estado en el que se encontraba, aunque se tuvieron en cuenta otros tratamientos como láser, hielo seco o microesferas de vidrio por abrasión, pero de lo que se trataba era de «no profundizar para no deteriorar la pátina de la piedra».

La popular rana que se encuentra sobre una calavera en la fachada de la USAL también ha sido objeto de la intervención llevada a cabo durante cinco meses
La popular rana que se encuentra sobre una calavera en la fachada de la USAL también ha sido objeto de la intervención llevada a cabo durante cinco meses

En un primer momento se procedió a la eliminación de líquenes y de los excrementos de aves para, posteriormente, suprimir la costra biológica que tenía la piedra -manchas negras que estaban atacando bastante la interpretación compositiva de la fachada-. Esa costra biológica, añade el arquitecto, es un ataque biológico por líquenes y hongos «e incluso que pudiera tener la propia fachada a consecuencia de agua o debido a tratamientos anteriores».

No duda en sostener que la parte más delicada «ha sido encontrar el equilibrio entre hacer desaparecer esa costra y no destruir tanto la piedra», dado que al tratarse de una fachada «tan ricamente ornamentada» se podía eliminar parte de esa decoración por lo que se optó por «una intervención muy superficial, muy somera, eliminado sólo esa costra negra, sin llegar a más».

Un control «necesario»

Las actuaciones llevadas a cabo han ido más allá hasta el punto de afrontar problemas constructivos que existían como ausencia de goterón (elemento constructivo que tiene como misión impedir la escorrentía de la lluvia por una determinada superficie), lo que hacía que el agua discurriera por la ornamentación.

Aunque a los técnicos les ha costado «bastante» llegar a la solución, al final se decidieron por una especie de «baberos de plomo» que han colocado sobre la impostas para que desvíen el agua y así proteger la escultura que está debajo. Castillo destaca la relevancia de los trabajos previos, que «nos han dicho qué ataque tenía cada una de las piezas y que pátinas existían», entre otras cuestiones.

Nicomedes de Mendívil es el nombre de uno de los alumnos de tercer curso de la Escuela de Arquitectura de Madrid que en mayo de 1853 subió a la Fachada Rica de la Universidad de Salamanca, como parte de una excursión organizada por el arquitecto Francisco Jareño a la ciudad
Nicomedes de Mendívil es el nombre de uno de los alumnos de tercer curso de la Escuela de Arquitectura de Madrid que en mayo de 1853 subió a la Fachada Rica de la Universidad de Salamanca, como parte de una excursión organizada por el arquitecto Francisco Jareño a la ciudad

A punto de concluir la labor encomendada, el arquitecto pone de manifiesto que lo realizado es «una parte más en todo el proceso de investigación de la fachada y es necesario tener un control de lo que hemos aplicado».

De este modo, será necesario saber «cómo va reaccionar la portada ante la intervención llevada a cabo, ante estos goterones que hemos hecho», al tiempo que considera preciso «un mantenimiento continuo», máxime cuando con los medios de los que se dispone «no resulta muy difícil hacer las labores de comprobación cada cierto tiempo para ver cómo están los elementos escultóricos más importantes». Ese control será posible gracias a los sensores que se han colocado tanto en la fachada como en la biblioteca y en la sala de incunables de la Usal, los cuales aportarán una serie de datos sobre «el éxito o no de las actuaciones realizadas».

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