Jorge Francés - Ruido blanco

Abril sin amapolas

«Quizá tengan razón y lo peor para el legado comunero es ser el Día de la Comunidad e ir recogiendo la politización y la miopía de agravios de la arquitectura autonómica de la Transición»

El alcalde de Villalar, Luis Alonso, pasea por la campa vacía de Villalar con una bandera de Castilla y León ICAL

Quedó abril, con amapolas / sin que floreciera mayo» escribió Godofredo Garabito de aquel 1521 en que tropas comuneras avanzaban hacia Villalar camino del cadalso. Esta primavera no ha florecido abril ni tampoco lo hará mayo tan solo porque los campos no se alcanzan a ver desde todas las ventanas. Contaremos 499 años de la primera guerra por la libertad y nos va a pillar confinados y haciendo pan, en lucha contra el absolutismo de pandemia. Bravo, Padilla y Maldonado fueron precursores de lo que luego llamaríamos democracia y resulta llamativo que este año los recordemos poco; más inquietos por los conatos de agresión a la libertad de expresión, la libertad de información y al cuestionado uso del estado de alarma del Gobierno Sánchez en este otro trance histórico. La libertad es tan frágil como la vida, nunca está del todo a salvo.

Una foto muestra estos días al alcalde de Villalar agitando una bandera bajo un cielo de tormenta en la campa desolada y sin carpas, sin pancartas ni jotas. Pero ya tronaba de antes con el empeño de Ciudadanos (al que nunca le gustó esta fiesta y ante la indiferencia de Mañueco) de desmantelar para luego dejar en estético cambio de nombre la Fundación Castilla y León. Quizá tengan razón y lo peor para el legado comunero es ser el Día de la Comunidad e ir recogiendo la politización y la miopía de agravios de la arquitectura autonómica de la Transición. Previo al tsunami de virus los avatares políticos mantenían en incertidumbre la magnitud de la conmemoración académica y cultural del quinto centenario. La estrechez de miras es perder la oportunidad histórica de reivindicarlo como el hito de relevancia internacional que supone. Ahora, dure lo que dure la pandemia, será tarde.

La lucha fratricida entre Fuentes e Igea se pospone para cuando la política pueda volver a permitirse aquel lujo de abrir debates que no importan. Al menos el vicepresidente está demostrando buena capacidad de gestión, comunicación y firmeza en esa trágica crisis. Puede que viniera solo para esto. Incluso evidencia para qué servía aquella obsesión suya de hacer transparente la transparencia.

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