Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Yo no quería

«En Cs han empezado una guerra civil porque a Igea no le gusta que le digan que no. Él quería ser ideólogo en Madrid y mover los hilos del partido desde aquí. Él nunca quiere, pero se siente obligado»

ICAL

¡Qué jugada esta de Iván Redondo! No la de acabar gobernando España a cualquier precio, digo lo de acabar gobernando España y hundir Ciudadanos de paso. A Cs le quedaba una esperanza de vida, un latido leve que estaba entre sus diez diputados en el Congreso. Le quedaba Inés Arrimadas. Inés sin papeles en el debate de investidura hablando como si hablara España. Ella sola haciendo más oposición que la oposición al completo. Inés Arrimadas lo tenía todo para ser presidenta del Gobierno si la hubiesen aupado los suyos por unanimidad. Y así parecía hasta que se le ha partido lo que quedaba del partido por la mitad. Ciudadanos es ahora un pecio que se estudiará en los libros de historia. En vez de hundirse el capitán con el barco, aguantó el barco para hundirse tras él.

En Cs han empezado una guerra civil porque a Igea no le gusta que le digan que no. Él quería ser ideólogo en Madrid y mover los hilos del partido desde aquí. Él nunca quiere, pero se siente obligado. Y como no le hacen caso, por esa faceta suya -entre adolescente y unamuniana- de anteponer a España y a Igea, ha abierto el cisma. Y a cualquiera podría parecerle que tiene más ganas de salvar el PSOE de Pedro Sánchez que Ciudadanos. Pero es que los médicos son así, lo resumen todo en que lo que no te mata te hace más fuerte.

Ahora que el partido hace aguas decide Igea añadirle emoción a la supervivencia con una guerra civil en su interior. Y trató de encubrirla diciendo que Arrimadas era su candidata, aunque si no cambiaba el rumbo se vería obligado a presentar otra candidatura. Pero oye… que Arrimadas era su candidata, vaya por delante. Y en Madrid respondieron: «Amén».

Quizá todo esto, el papel en que nos deja en Castilla y León con un vicepresidente más preocupado de irse a hacer las Américas de Madrid que por la despoblación, nos haga darle la razón a Pedro Sánchez y ya me jode… Va a ser cierto que hacen falta cuatro vicepresidentes para gobernar, por si a alguno antepone el partido a lo demás. Y es que Igea nunca quiso ser vicepresidente de Mañueco, acuérdese usted, se lo impusieron Rivera y Espejo. Y la venganza, pensará él, es terminar siendo vicepresidente de Pedro Sánchez dentro de cuatro años -o de dos- en Madrid.

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