Fernando Conde - Al Pairo

Grada joven

«Quienes pretenden reducir la tauromaquia a un supuesto maltrato animal suelen vender que el arte de Cúchares no tiene tirón entre la juventud»

Fernando Conde
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Quienes pretenden reducir la tauromaquia a un supuesto maltrato animal -que es como reducir la historia universal de la pintura al gotelé- suelen vender que el arte de Cúchares no tiene tirón entre la juventud. Cualquier fiesta de pueblo en Valladolid, Salamanca, Segovia o Zamora muestra bien a las claras que ese no es más que un argumento «ad hominem» que se cae por su propio peso. Pero, por si esto fuera poco, ahí está «Grada joven», la iniciativa puesta en marcha por la empresa que gestiona la monumental de Las Ventas para atraer público juvenil al coso. Con ella Taurodelta ha logrado quintuplicar en un año el número de abonados jóvenes que disfrutarán al módico y asequible precio -sobre todo para bolsillos estudiantiles- de 105 euros por temporada.

Quizá sea cierto que la tauromaquia no vive su mayor apogeo, pero contrariamente a lo que algunos creen, la razón no es la ausencia de interés, sino la carencia de una imprescindible dialéctica hegeliana. En el toreo de hoy falta lucha de contrarios, rivalidad de espadas, y falta ante todo un «otro» con el que medir escalafón. Hay muchos «unos» -y buenos-, pero falta el «otro». El toreo, como todos los grandes espectáculos, se basa en eso, en la pugna entre dos fuerzas -tesis y antítesis- que se resuelve en una comunión en pro de un bien mayor -síntesis-. «Grada joven» tiene, si cabe, mayor valor en un Madrid que es hoy, institucionalmente, terreno hostil para los taurófilos; y demuestra que es mucho más útil ayudar al futuro que homenajear, como solemos hacer por aquí, al pasado. Quienes salvarán la tauromaquia de la barbarie no son ni los políticos de foto ni los tipos de puro y billetera, sino esos jóvenes en vaqueros que siguen viendo en la de los toros la fiesta más culta del mundo (Lorca «dixit»).

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