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Facundo: las pipas de nuestra historia
La conocida marca palentina, que cumple 75 años, sigue creando nuevos aperitivos
Hace ahora 75 años, a finales de noviembre de 1944, en el panorama propio de la durísima posguerra, el matrimonio formado por Facundo Blanco y Lola de la Fuente, establecido en la localidad palentina de Villada, se embarcaba en la arriesgada aventura de producir y vender frutos secos, ámbito en el que fueron auténticos pioneros. Ambos vieron ahí un interesante nicho de mercado a partir de las pipas de girasol, sin restricciones oficiales. Lograron un crédito de 90.000 pesetas del antiguo Banco Hispano Americano para su novedosa iniciativa que, a base de trabajo, tesón y esfuerzo, cuajó en una relevante empresa familiar centrada en el sector de los aperitivos, por entonces inexplorado.
Según explica el director de marketing, David Villagrá, Facundo no ha sido solo testigo de nuestra historia, «sino que ha formado parte de ella, hasta llegar a ser uno de los fabricantes de aperitivos más célebres de nuestro país y motor de crecimiento y empleo en la zona donde estamos asentados». La conmemoración de los tres cuartos de siglo, con diversas promociones, sorteos y regalos, refleja también la apuesta de la empresa por el desarrollo de nuevos productos, la innovación y la responsabilidad social corporativa. «Somos la firma preferida por el consumidor en el sector de los frutos secos y aperitivos, con productos sabrosos compatibles con un estilo de vida saludable y muy valorados por un público fiel», precisa el directivo.
En aquella España de mediados de los años cuarenta, en la que Manolo Caracol y Lola Flores llenaban los teatros con su espectáculo «Zambra», en la que Manolete y Carlos Arruza rivalizaban en los ruedos, en la que despuntaba en los campos de fútbol el recordado Telmo Zarra, la compra de pipas se iba abriendo poco a poco camino gracias a su precio asequible. Además, al no haber televisión, el ocio y el entretenimiento favorecían el paseo y la charla entre grupos de amigos donde su consumo resultaba cada vez más habitual.
La empresa consolida su actividad y, en 1950, acomete la instalación del primer motor en los tostaderos de café que utilizaba, hasta entonces movidos de forma manual. Además, el ingenioso Facundo Blanco ya pergeña por entonces un marketing elemental, al acudir con un burro de nombre «Baldomero» a la Feria del Campo que se celebra en Madrid, para dar a conocer sus frutos secos.
Nuevas técnicas
La expansión empresarial prosigue con una técnica nueva implantada a finales de esa década: el sistema del tostado al aguasal. Poco después, incorporan el polietileno para almacenar pipas en bolsas de cinco kilogramos, de forma que dejan atráslos tradicionales sacos de yute. El espacio original en Villada resulta insuficiente, lo que obliga a abrir una nueva nave de 2.000 metros cuadrados en 1968, ampliada a más del doble de superficie en 1981. Por esos años ya dirige la compañía la segunda generación, que ante el crecimiento de la producción decide abrir una segunda fábrica en Villamuriel de Cerrato, cerca de Palencia, y dar el salto a la comercialización de sus productos en la alimentación organizada.
Con 80 millones de bolsas vendidas cada año, la compañía Facundo posee una plantilla de 150 empleados entre sus dos fábricas y ya es dirigida por la tercera generación familiar. Ha proseguido su apuesta creativa e innovadora durante los últimos lustros. «En la actualidad trabajamos en el desarrollo de nuevos productos, como R3MIX, una mezcla de aperitivos con sabor a barbacoa, con muy buena aceptación, y el bebible GLUPS que colorea la lengua como rasgo diferencial», indica David Villagrá, quien también adelanta un próximo lanzamiento en línea de salud dirigido a un público adulto.
