Antonio Piedra - NO SOMOS NADIE

Al engorde

«Hacer la vista gorda suele ser el fin excluyente de algunas existencias partidarias»

Antonio Piedra

Lo dice el refrán de mi pueblo: febrero, cebadero. Y debe de ser verdad. Aquí están las nieves que traerán buena cosecha de cebada y de trigo. Esto, claro está, si a los políticos les parece bien y se ponen de acuerdo en algo, porque de lo contrario ni febrero ni nieves ni cebada ni cosecha ni el padre que lo engendró ni la madre que lo nació. Nada de nada porque ellos son la estierca y la escarda. Ya, pero que falta de respeto la suya a lo natural -que nieve en febrero-, al estado de derecho, y a los ciudadanos -que bien te quiero si sacamos dinero- como norma básica de sus actuaciones. Algunos siguen engolfados en aquello que saben hacer con los ojos cerrados: quémese la casa y que no salga humo.

Hacer la vista gorda suele ser el fin excluyente de algunas existencias partidarias. Así ocurre en el PP, en Ciudadanos, en el Partido Socialista, y en Podemos. Extrañas existencias las suyas cuya radicalidad permite que un separatismo golpista haga falsa poesía con los varales del estado más antiguo de la Europa moderna. Y como ni en esto se ponen de acuerdo los políticos, pues ocurre extrañamente lo que decía el poeta Valéry, uno de los padres de la poesía pura en la modernidad: que «la política fue, en un principio, el arte de impedir a la gente meterse en lo que importaba» para terminar en la actualidad secuestrándola para que esa gente vote «lo que no entiende». Aquí pocos entienden este berenjenal, y sin embargo se vota.

Vota a un PP incapaz de aplicar el 155, de cumplir una sola promesa electoral de alto calado, de ilusionar a una nación maltratada con pena de telediario, y de legislar ni por equivocación a favor del ciudadano. Vota a Ciudadanos por reducción al absurdo o según se mire: porque está a favor y en contra de la prisión permanente revisable, porque está a favor y en contra del latrocinio que supone la ley de patrimonio, y porque su defensa de la unidad nacional parece más intransigente a favor o en contra. Vota al PSOE por insuficiencia cardiaca asistida: porque uno no se muere varias veces sin sentir que está muerto de verdad. Y vota a Podemos no sé… por querencia: porque en política se echa de menos, como en el matrimonio, bastardos de nacimiento o de vocación.

Ante tanta incapacidad política dedicada básicamente al engorde -año de nieves, año de bienes-, al ciudadano medio español no le queda más remedio que contemplar los torrentes apestados como decía la melancólica Rosalía de Castro: que pasen, que otros vendrán… Hasta las oenegés, dedicadas al altruismo como Oxfam -la asociación progresista y solidaria que nos sacaba los cuartos y las entretelas del corazón para reconstruir Haití-, resulta que también están en el puterío del engorde. ¿Será verdad que en política lo que no mata engorda? Yo qué sé. Hay algo cierto: viendo lo que aquí hacen algunos políticos, en España sobran los españoles.

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