Educación

Educar apoyándose en la inteligencia emocional

La coach Mar Mejías explica en la Jornada de la Fundación Schola un nuevo método educativo que ayuda a gestionar las emociones

Mar Mejías, en la jornada organizada por la Fundación Schola en Valladolid F. HERAS

C. ROSADO

Humor, humildad y humanidad. Con estas tres haches «acompaña» a sus alumnos «hacia el éxito» Mar Mejías Gómez, la profesora terapeuta de alumnos con dificultades de aprendizaje en el colegio Los Naranjos de madrid, coach personal y directora de la Escuela de Disciplina Positiva e Inteligenca Emocional. Mejías protagonizó la XIV Jornada para profesores sobre este asunto que organizó en Valladolid la Fundación Schola, con más de 200 asistentes.

Mar Mejías explicó el método que aplica en sus clases con la base de la inteligencia emocional y la disciplina positiva, que «es el respeto hacia la persona, el aprender a acompañar desde la amabilidad y el respeto», un método alejado de la disciplina tradicional de otras épocas, lograda «por el miedo y la imposición del yo». Por contra, de esta nueva forma, los niños aprenden el «juntos vamos a ganar», ven al profesor como alguien «a su disposición para conseguir lo que se propongan». La fundadora de la Escuela de Disciplina Positiva e Inteligencia Emocional —a quien acompañaba en la jornada su socia Celeste Pérez Sarmentero— dijo que su trabajo en el aula «no va a la corrección sino a la conexión entre las personas y desde ahí sí conseguimos que haya disciplina, pero porque la persona lo siente realmente, no porque se lo estés imponiendo».

Para ello, usa herramientas que implican al alumno porque desde el primer día de clase es protagonista. Comienza el curso con la dinámica «una clase con sentido» y sus sillas dispuestas en círculo, con los alumnos estableciendo sus propias normas con el respeto como máxima. Mejías dice que sus clases siempre tienen la puerta abierta y no hay ruido, sino que los alumnos trabajan con tranquilidad y armonía.

Gestionar el conflicto

Y aprende a gestionar sus emociones con herramientas como la de «molestias y deseos», por la que cada niño descubre que «normalmente el volcán emocional se nos enciende y arremetemos, lanzamos un dardo; con esta herramienta aprenden a expresar que no me hace sentir bien una cosa y que lo que yo necesito es esto y luego se entrena una respuesta respetuosa por parte de los demás», de modo que «hacemos que los conflictos en las aulas prácticamente desaparezcan porque el conflicto surge cuando no me permito expresar», asegura.

Ante casos de acoso, conflictos graves, esta docente asegura que funciona su método y que, incluso aplicándolo desde Educación Infantil «no imaginas cómo son niños muy respetuosos, porque un niño respetuoso nunca va a acosar, pero tampoco va a permitir ser acosado. Va a permitirse pedir la ayuda que necesita, va a permitir expresarse».

Mejías sostiene que esta metodología se aplica a todas las áreas de la vida de un centro y a todas las asignaturas y etapas escolares, también en la universidad, «porque es una metodología de vida, de estar» y «porque cambiar se puede siempre; el folio se nos queda en blanco y uno puede decidir qué quiere hacer a partir de ese momento en su vida, siempre».

Asegura que los niños aprenden a expresarse respetando al otro y se motivan en el aprendizaje

En sus clases de Primaria, esta docente aplica dinámicas que motivan al alumno y despiertan en él el gusto por aprender y acudir al colegio. Establece roles a los que se van apuntando los niños: los «pacificadores», los «reporteros», el protagonista del día, y por los que pasan todos, de modo que todos aprenden normas en positivo, no en negativo, o «consecuencias naturales», que no castigos, si se incumplen las normas.

«Mejoran mucho los resultados escolares», afirma rotunda, porque, reflexiona, «hay que alentar al niño a que esté motivado y sobre todo, a que crea en sus potencialidades». «Un niño feliz es un niño de éxito; pero hay que acompañarle, y un niño que cree en él es un niño que va a mejorar sus resultados». Para ello también involucra a la familia: «Los padres llegan y me dicen ¿pero tú cómo lo haces? Si están todo el día queriendo hacer, y les digo porque son felices y están automotivados». Por eso trabajan con los llamados «triángulos de actuación»: padres, niños y maestros. Los docentes son claves en este proceso educativo, «porque provocamos un gran impacto psicoemocional en el desarrollo del niño y podemos ‘cargarnos’ a un niño con dos palabras que le digamos o proyectarlo para mejorar».

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