Una dulce historia de onzas de chocolate

El investigador segoviano Benjamín Redondo indaga en la relación de Castilla y León con la producción e industria del producto desde el siglo XIX en un libro editado por la Fundación Joaquín Díaz

Objetos que se pueden ver en el Museo del chocolate, en Astorga ICAL

Henar Díaz

Confiesa su autor, el segoviano Benjamín Redondo, que no se atrevió a titular su libro ‘Historia del chocolate en Castilla y León’ porque le pareció demasiado «pomposo». Bien lo merecería, pues lo que hace en ‘Ruta por el chocolate de Castilla y León’ , editado por la Fundación Joaquín Díaz, es indagar a fondo en la relación que la Comunidad ha tenido con la industria y producción chocolatera desde el siglo XIX hasta la actualidad.

El proyecto surgió «dándole a la cabeza en los meses de confinamiento» . Luego llegó la labor de investigación. Ahora, tras dos años ‘buceando’ en archivos tan diversos como el del propio Monasterio Cisterciense de Trapa, el General de la Administración o la propia Biblioteca Nacional, y de idas y venidas para charlar con algunos de los herederos de estos negocios fundamentalmente familiares, presenta este compendio que concibe como «un homenaje al mundo» de este suculento alimento.

Vincula su extensión, allá por finales del siglo XIX, a la cocina conventual, pero también a los mercaderes maragatos , quienes desde Astorga difundieron el cacao por la ruta del Camino Real de Madrid a Galicia. Es en esta comarca leonesa donde quedan actualmente más vestigios de la «gran industria chocolatera» que albergó Castilla y León. Destaca también en la obra la industria que se asentó en Zamora, Benavente y Vezdemarbán, que « llegó a tener más de 22 fábricas, entre ellas ‘La Superlativa’».

Defiende este investigador que aunque el peso de nuestra industria chocolatera se fue reduciendo respecto al de Valencia o Barcelona, «la calidad de un chocolate como el de la Trapa nada tiene que envidiar hoy al de cualquier empresa suiza o francesa». Considera por ello que se debería poner más en valor, tarea en la que cree que se están empeñando centros como el Museo de Chocolate de Astorga o el de Migueláñez en Segovia, y a la que quiere poner su propio granito de arena con este libro digital.

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