El periodista zamorano Luis Miguel de Dios, en el vallisoletano Mercado del Val, uno de los pocos entornos urbanos en el que ambienta uno de sus relatos
El periodista zamorano Luis Miguel de Dios, en el vallisoletano Mercado del Val, uno de los pocos entornos urbanos en el que ambienta uno de sus relatos - F. HERAS
Cultura

«Desde que nací, he visto el realismo mágico todos los días»

El periodista Luis Miguel de Dios publica «El llanto del trigo», su primera obra de ficción

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Aunque estudió periodismo porque le gustaba escribir, sus casi 40 años de articulista e informador relegaron la vocación literaria de Luis Miguel de Dios (Guarrate, Zamora, 1954) a un segundo plano. Ahora, retirado ya de las «prisas» que supone la actualidad informativa, ha podido resarcirse con «El llanto del trigo» (Agilice Digital, 2016), su primera obra de ficción. Doce cuentos -«el editor quería un número redondo», explica-, concebidos a lo largo de varios años componen el libro. Absolutamente independientes entre sí, en conjunto constituyen una fotografía, más o menos desalentadora, del medio rural castellano y leonés. En ellos van surgiendo temas como la emigración, la despoblación, el envejecimiento, el abandono del campo,…

No son asuntos nuevos, pero son los que han preocupado siempre al periodista, como le ocurriera en su día a Miguel Delibes, por cuya obra confiesa sentir entusiasmo desde que le conociera cuando comenzó a hacer prácticas en «El Norte de Castilla».

«En mi caso se trataba, además, de una doble admiración: una, como escritor, y otra, porque descubrí de repente a alguien que además de tocar en literatura temas relacionados con la vida de un pueblo, lo hacía de maravilla y resultaban ser grandes obras».

«Decía Miguel Delibes que para escribir hace falta tener un paisaje, un hombre y una pasión. En mi caso esta última son las historias, vicisitudes y problemas que están ocurriendo a la gente de esta tierra»

En «El llanto del trigo» no aparecen Daniel el Mochuelo, ni Tío el Ratero, pero están Cerebrito, Zamparreales, Sinesio el Broncas, Sopapos, el Tío Pitarro… Inventados todos ellos, aunque algunos tienen su origen en personas con las que un día se cruzó Luis Miguel de Dios. «Aunque se trata de literatura de ficción, para hacer algo más realista sueles partir de algún personaje que conoces y que piensas que da para un cuento».

Lo que sí es perfectamente reconocible es el paisaje en el que ambienta la mayoría de los relatos, el de la llanura y los pequeños pueblos de Castilla y León que viven de la agricultura. Y vuelve a su referente: «Decía Miguel Delibes que para escribir hace falta tener un paisaje, un hombre y una pasión. En mi caso esta última son las historias, vicisitudes y problemas que están ocurriendo a la gente de esta tierra».

«Aquí no quedará ni el apuntador»

Problemas que tienen que ver con el mencionado abandono de los pueblos, cuya «cronicidad» preocupa «al cien por cien» al periodista zamorano, quien considera que si no se piensa «seriamente en una repoblación», dentro de diez años «aquí no quedará ni el apuntador»; pero también aquellos relacionados con la pérdida de una rica cultura arraigada en el medio rural, en sus costumbres y en su lenguaje, que en su opinión, han sufrido un grave abandono en las décadas precedentes debido a que los castellano y leoneses, para integrarse allá donde emigraban, «renunciaban muchas veces a sus orígenes por miedo a sentirse inferiores».

¿Y cómo evitar, en un mundo que tiende a la uniformidad y globalización, que esos modismos, esas palabras, se pierdan? «Sólo recuperando el orgullo y la dignidad de ser de esta tierra y defendiendo sus valores», opina.

«Los castellano y leoneses renunciaron muchas veces a sus orígenes por miedo a sentirse inferiores»

El periodista seguirá con su recién estrenada carrera literaria. Tiene ideas «para siete u ocho cuentos» y además está pensando en una novela con la que seguir ahondando en su tierra: «Tengo anotadas cientos de anécdotas reales porque si no se me acaban olvidando. Todo el mundo habla de que los latinoamericanos inventaron el realismo mágico, pero yo lo he visto todos los días desde que nací», apunta el periodista, quien en su día rechazó irse a Madrid a trabajar porque creía tener un compromiso con Castilla y León.

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