Claustro del convento del Corpus Christi, en pleno corazón de Segovia
Claustro del convento del Corpus Christi, en pleno corazón de Segovia - A. TANARRO
Sociedad

Las clarisas del Corpus Christi de Segovia vuelven a «ver la luz» tras el incendio del convento

Las religiosas tratan de sobreponerse más de tres meses después del fuego causado por un cortocircuito

SEGOVIA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Como un triste y pavoroso volver al pasado que aún sigue muy presente en sus vidas, sus pensamientos y su día a día. Así recuerdan todavía, más de tres meses después, las hermanas clarisas del Convento del Corpus Christi de Segovia el incendio que el pasado 22 de agosto hizo despertar en ellas sus peores presagios y temores. Un cortocircuito por una subida de tensión estaba detrás de esa vuelta a la pesadilla que finalmente quedó en un mal sueño. De nuevo el humo, las llamas, el fuego... que se abrían camino entre los muros de este histórico edificio en el centro de Segovia, incrustado en su muralla, entrada al barrio de la Judería. Y es que hablar de incendio en el convento y la iglesia del Corpus Christi es hacerlo también de uno de los más tristes momentos de sus más de seiscientos años de historia.

Por eso, cuando las once hermanas que habitan entre sus muros vieron perturbada su vida «fraterna, sencilla, contemplativa y laboriosa» por el fuego, «a todas nosotras se nos pasó por la cabeza al menos un instante» el incendio desatado el 2 de agosto de 1899 en ese mismo lugar. El miedo regresó. Algunas de las religiosas compartieron convento con las supervivientes de aquella tragedia que un siglo atrás sobrecogió a la ciudad y en la que una hermana pereció.

Entonces aquel edificio de en torno al siglo XIII de estilo mudéjar, que comenzó su andadura como Sinagoga Mayor de Segovia y desde el siglo XV es convento, quedo prácticamente reducido a cenizas. Una ímproba labor logró ponerlo de nuevo en pie e incluso la antigua sinagoga es hoy -desde que en 2003 la iglesia del Corpus reabrió sus puertas- un lugar turístico.

A. TANARRO
A. TANARRO

Pero todo estuvo a punto convertirse de nuevo en cenizas el pasado 22 de agosto. Por suerte, quedó en un susto, pero el mal rato vivido aún pervive. Aunque afortunadamente no tuvieron que lamentar víctimas personales -más allá del ingreso hospitalario de cinco religiosas, además de dos policías locales y un camarero de un bar cercano-, los daños materiales fueron y siguen siendo cuantiosos. «¡Dios ha estado grande!», destaca la madre María Rocío, la superiora del convento, tras una «experiencia fuerte» de la que aún tratan de recuperarse «anímicamente», así como hacer frente a los desperfectos que entonces sufrieron por el cortocircuito que calcinó dos habitaciones, afectó al lavadero, el refectorio o la cocina, achicharró frigoríficos, lavadoras... obligó a tirar toda la comida... Y los que se han ido añadiendo. Su cruz y que han obligado a aplicarse a fondo en las «matemáticas monásticas» para llegar a fin de mes con «muchas estrecheces».

«Con un extra te ahogas»

«Somos un monasterio sencillo» que vive «sencillamente» de sus trabajos en los talleres de encuadernación y bordado, las pensiones de las hermanas mayores y los donativos que reciben; así que «con cualquier cosa que te viene extra, te ahogas». Eso sí, nunca han dejado de ayudar, como siempre lo han hecho, a quienes se lo han pedido a través del torno por el que su clausura conecta con la sociedad. «No podemos perjudicar a los pobres, que no tienen nada», subraya la madre María Rocío, quien al contar la experiencia y situación no para de dar las gracias por la ayuda recibida. «Estamos acostumbradas a todo, a la abundancia y la penuria», señala recordando las palabras de San Pablo.

Concierto benéfico

Ese cortocircuito también ha supuesto una luz en sus vidas. «Me emocionó ver el cariño y el apoyo de la gente», en el momento del siniestro y posteriormente, señala la superiora del convento del Corpus Christi, convencida, una vez pasado el tiempo y vistas las cosas con más serenidad, de que esta «experiencia fuerte» ha servido para tomar conciencia de su labor, de la de todas las hermanas y de «lo que es más o menos necesario».

«¡La desgracia no puede quedar en el dolor!», clama la madre superiora. «Siempre que tienes una necesidad, miras atrás y ves que otro tiene otra mayor», señala en esa continua lectura positiva -sin olvidar sus penurias- posible con el paso del tiempo y consciente de que «al menos nosotras hemos podido volver» al convento y otros pierden todo en sucesos como éste o no tienen nada. Por eso, las hermanas se empeñan en «dar las gracias», primero a Dios, pero también «a tantas y tantas personas que nos han dado la mano a todos los niveles».

Con ese objetivo, el sábado 12, a las 20.00 horas, la iglesia del Corpus, acogerá un concierto también con contenido benéfico a cargo de la coral Coralia Artis. Si otras veces ellas han impulsado el apoyo a organizaciones, ahora son ellas quienes entran en esa cadena de solidaridad que les ayude a seguir «remontando» después de «haberlo pasado mal», con muchas dificultades y números que hacían pensar en que no llegaban a fin de mes.

Ver los comentarios