Ignacio Miranda - Por mi vereda

Chocolate de paz y bien

Allí estaban sor Miriam y sor Amanda, con sus austeros hábitos revestidos de delantal oficial y sus sandalias en pleno enero, compartiendo escenario con Berasategui y Roca

Ignacio Miranda
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Sabido es que la libertad religiosa existe en España recogida en la propia Constitución, pero el subconsciente colectivo se afana en mirar con lupa todo lo concerniente a la confesión católica, apostólica y romana. A pesar de su contribución a la convivencia democrática, de su abnegada labor social más visible en tiempos de crisis, algunos quedaron varados en una imagen de la Iglesia represora llevando a Franco bajo palio que no quieren superar.

En la misma semana que la polémica ha salpicado a las mercedarias de Santiago por la presunta negativa de la superiora de permitir abandonar el cenobio a tres monjas, dos clarisas de Belorado han triunfado con su maestría chocolatera en Madrid Fusión, ese templo pagano sin retablos ni capillas que rinde culto a la cocina de vanguardia.

Allí estaban sor Miriam y sor Amanda -nombres que ya reflejan cómo la modernidad gana espacio intramuros-, con sus austeros hábitos revestidos de delantal oficial y sus sandalias en pleno enero, compartiendo escenario con Martín Berasategui, Jordi Roca y otros afamados chefs.

Acostumbradas a la humildad y pobreza que preconiza su esencia franciscana, las dos religiosas coparon el protagonismo mediático de la jornada. Abrumadas por los flashes, vencieron los nervios para mostrar ante una parroquia entregada sus variadas creaciones de trufas y bombones, las que salen del moderno obrador burgalés hacia la exportación. Unos pedían autógrafos evocando la copla de Carlos Cano. Otros miraban atónitos su indumentaria sobria de túnica, toca, esclavina, medalla, cordón y rosario, por atemporal y ajena a las pasarelas. Sin necesidad de ir a bailar a «El Hormiguero» o de abrir su refectorio a Bertín Osborne en medio del oficio divino, las dos clarisas obtuvieron un reconocimiento unánime por su paciente trabajo cotidiano. Paz y bien.

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