Artes&Letras

«El alma» de Mariemma en tres coreografías

El Ballet Nacional de España cierra el centenario de la artista vallisoletana con un homenaje en el Teatro de la Zarzuela al que se suman el Real Conservatorio Superior de Danza y el Museo de Íscar

Espectáculo del Real Conservatorio de Danza Mariemma

C. MONJE

«Nacida en Íscar, pueblo de la provincia de Valladolid, tuve una madre que era la bailarina con más donaire de aquel lugar. De ella aprendí los fandangos, las sevillanas, las jotas... Ella fue la primera que me enseñó a amar la danza». Guillermina Martínez Cabrejas, Mariemma, se recordaba a sí misma bailando e inventando coreografías desde muy niña, como anotó en su tratado Mis caminos a través de la danza (Fundación Autor, 1997) . A los doce años ya había cumplido lo que para tantos artistas representa un hito en su carrera: subirse al escenario del Olympia de París, donde a esa edad actuaba como solista. Después triunfaría en medio mundo, con éxitos sonados en la Ópera de Roma, la Scala de Milán, Broadway, Japón... y dedicaría el resto de su vida a dignificar la danza española, a investigar la denostada tradición y a enseñar lo aprendido.

El Ballet Nacional de España cierra el centenario de Mariemma (Íscar, 1917-Madrid, 2008) con un homenaje, dirigido por Antonio Najarro, que incluirá Danza y tronío, creada por la vallisoletana en 1984 para el propio BNE con música de Antonio Soler, Boccherini y García Abril. Una coreografía que el Ballet Nacional ha representado durante casi tres años, una «pieza maravillosa», a juicio de Najarro, que se mantiene en el repertorio de la compañía.

A esta formación se unen en el espectáculo programado en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el 19 de diciembre, dos instituciones vinculadas a la trayectoria docente de Mariemma: el Real Conservatorio Profesional de Danza que lleva su nombre y el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, que interpretarán, respectivamente, otras dos piezas de la homenajeada, Ibérica, sobre composiciones de Guridi y Ravel, y Fandango, con música de Soler.

El Museo Mariemma de Íscar colabora y promueve ese tributo con la cesión de material documental que se utilizará en la gala, además del préstamo de vestuario para Ibérica, réplica de los trajes originales que se conservan en el museo iscariense. Antes, el centenario vivirá un capítulo más, con un recital de danza estilizada dirigido por Raúl Cárdenes en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, el 2 de diciembre.

Las piezas elegidas

Las tres piezas elegidas para el homenaje en el Teatro de la Zarzuela representan «el alma de Mariemma», resume Antonio Najarro, director del Ballet Nacional de España. «Son coreografías constituidas con el amor y el respeto absoluto a todas las formas de la danza española de Mariemma, una de las artistas que de mejor manera ha sabido presentar en todas sus producciones todos los estilos de la danza española. Este programa es una perfecta representación de su visión de la danza española».

«Son coreografías constituidas con el amor y el respeto absoluto a todas las formas de la danza española de Mariemma, una de las artistas que de mejor manera ha sabido presentar en todas sus producciones todos los estilos de la danza española»

La selección comprende una muestra representativa de la danza estilizada, impulsada por Mariemma a partir de las otras tres modalidades de bailes españoles: la escuela bolera, los bailes regionales y el flamenco; en su momento «nueva y revolucionaria», según ella misma. Aunque desde los dos años vivió en París, nunca renunció a las raíces y, tras algunas estancias temporales, a los veintidós, en 1939, decidió volver a España. «Me encontré con un panorama desolador para la Danza Española. Esta había sido relegada a las varietés, que en ningún caso podrían compararse con las que estaba acostumbrada a ver fuera de España. De alguna forma esto me vino bien porque me animó a lanzarme a los recitales de danza por mi cuenta», apunta en Mis caminos a través de la danza.

Imagen promocional de la actuación de Mariemma con Juan Morilla en la Scala de Milán, en la temporada 1954-55

«Pese a las tremendas dificultades que me encontré (se dio el caso de que con un mismo traje bailaba tres bailes distintos), el resultado no pudo ser más halagüeño. Mi primer concierto fue en mi tierra, Valladolid. Siguió Madrid y desde aquí, por el éxito y las críticas obtenidas, pasé a hacer todos los festivales de música que existían entonces en España. Asombraba la forma distinta de hacer el baile español. Pude abrir de esta manera las puertas de las sociedades de conciertos a la danza, que estaba totalmente excluida de ellas», añade.

Lejos de resignarse ante la falta de aprecio por lo propio, Mariemma quiso derribar complejos y reivindicó el carácter «culto» de la tradición, tras los paso de Antonia Mercé , La Argentina: «No exageramos al decir que la Danza Española es la piedra fundamental en la que se basa la danza europea. Curiosamente, esa época de esplendor en la difusión y el aprecio de nuestro quehacer, más allá de nuestras fronteras, coincide con su agonía dentro de España. Nuestra danza se ve rechazada en la Ópera de Madrid casi al mismo tiempo que las principales óperas europeas se vanaglorian de tener en su elenco bailarinas de Danza Española. Famosas son las bailarinas extranjeras que la adoptan para tener así un éxito seguro».

Reconoció que necesitaba de los aplausos del público «como de una droga», pero su trabajo no se limitó a la creación coreográfica y a la interpretación. Además de fundar en 1955 su propia compañía, el Mariemma Ballet de España, se dedicó a la investigación: «Una de las más grandes emociones mías fue recorrer gran parte de España tomando en sus mismas fuentes nuestros bailes, con el sabor de quienes los bailaban, los grandes maestros de nuestro folklore, el pueblo. Habría que hablar de las jotas o fandangos de Segovia, de los de mis tíos y primos de mi pueblo (Íscar), las jotas aragonesas...», escribe Mariemma en su libro.

La Scala y la docencia

En 2006, en una entrevista con el crítico José Gabriel López Antuñano para ABC, recordaba el origen de otra de sus facetas profesionales, la docencia: «Cuando fui con Antonio en 1952 a la Scala de Milán, el director me pidió que volviera con bailarines españoles para crear una coreografía de bailes españoles. Para mí fue un problema porque, cuando me entrevistaba con bailarines, les preguntaba: ¿tiene alguna formación académica? Me contestaban que no ¿Y usted qué sabe bailar? Botas, me respondían. Es decir, sabían dar unos pasos y ya se consideraban bailarines. Para bailar en la Scala no se puede tener una intuición del baile sin conocimientos. Al final me llevé dieciocho bailarines, pasé mucha vergüenza y me vine con un propósito: dedicarme a enseñar».

En 1960 fundó su propia escuela de baile en Madrid, creará la de Valladolid en 1973, y en 1980 fue nombrada directora de la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza

En 1960 fundó su propia escuela de baile en Madrid, creará la de Valladolid en 1973, y en 1980 fue nombrada directora de la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, cargo que ocupó hasta 1985, cuando vuelve a abrir escuela en la capital.

«Implantó un sistema de danza estilizada con unos cánones, con una organización de pasos en cada uno de los cursos que ha sido maravilloso para los centros de enseñanza. En sus creaciones, en sus coreografías, supo estilizar los pasos folclóricos, los pasos más flamencos, toda la riqueza del folclor que tenemos en España. Hizo una labor magnífica», señala el director del Ballet Nacional de España.

Mariemma, en un retrato de Bernardo Olabarría

Atrás quedaba una fulgurante carrera como bailarina. Las críticas recogidas en su libro se hacen eco del éxito logrado en diciembre de 1948 en su debut en Broadway. Tras actuar en el Teatro Ziegfeld, señalaba el New York Times: «Técnicamente Mariemma es brillante y clara. Musicalmente es admirable, y todo ciertamente, sin bombardeos ni pirotecnias. Posee una gran elegancia personal, y su cara es de una expresión magnífica: sus castañuelas le sirven como una voz. Ha sido esta la mejor exhibición de baile español que hemos visto aquí en mucho tiempo».

«¡Vayan a ver a Mariemma! ¡Vayan todos! »

Catorce años después, seguía cosechando el aplauso del público y la crítica. Enrique Llovet escribía en ABC, 18 de octubre de 1962, al hilo de una actuación en el Eslava: «¡Vayan a ver a Mariemma! ¡Vayan todos! No se puede hacer nada más sencillo, más frágil, más puro y más hermoso que lo que hace Mariemma cuando baila. Algunos ballets modernos se ocupan cada vez menos de la inteligencia del público y cada vez más de sus ojos. El desarrollo de los efectos visuales nos hace olvidar a menudo el inteligente rigor de la danza. Es una gran tentación exhibir bonitos vestidos bajo luces de colores. Es una tentación sustituir la simplicidad por el barroquismo. ¡Vayan, pues, a ver a Mariemma, gracia pura, rigor puro y danza pura...!».

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