Miguel Serrano brilla en su debut

Toreo muy personal y heterodoxo del novillero de Chozas de Canales

Miguel Serrano pasea dos ramos de flores Mario Gómez

Mario Gómez

Con templadas largas de rodillas recibió Miguel Serrano al tercero. Las disformes verónicas fueron más cuestión de fe que arte, pero la estampa de otro tiempo lo valía. Un cuajado vestido azabache y una calada montera en banderillas hizo rememorar otro tiempo. Un buen primer par lo espoleó para un segundo en el que vino una fea voltereta contra las tablas. Se enmendó con dos buenos pares dejándoselo llegar antes de brindar a su madre. Tiró de arrestos para repetir el cambiado tras arrollarle en el primer intento. Más corazón que cabeza para citar siempre de largo y tratar de componer. Si era un certamen de oportunidades, este novillero bien lo valía. Sin ser el más técnico y rodado del escalafón, a nadie aburrió la faena de Serrano. Dejó una estocada efectiva y completó con dos orejas su debut de luces.

Un auténtico alboroto formó en el variado saludo al sexto. Al son de la jota, alternó una larga cambiada, con verónicas y delantales, antes de un quite por gaoneras y brindar desde los medios al respetable. Se echó de rodillas y libró el revolcón, antes de ponerse muy firme por el lado derecho a pesar del aire. Faena de altibajos donde volvió a derrochar personalidad y sobresalió al natural. Pasajes variados donde destacó la frescura de ideas y la capacidad para ejecutar lo ideado. Media en buen sitio le valió para pasaportarlo tras un pinchazo, pero la demora en caer lo dejó todo en vuelta al ruedo.

Una gran estocada

La espigada planta de Daniel Pérez le sirvió para lancear con gusto al segundo de salida. Marcó desde el inicio un mejor pitón derecho. Facultades atléticas mostró en banderillas el mentridano. Largo fue el ‘impasse’ entre banderillas y muleta, a lo que el animal pareció cambiar y agrió el comportamiento. Manos solventes ante un animal colaborador para un novillero que ya está hecho en este escalafón . Lo mejor, el epílogo por valientes manoletinas de rodillas. Un gran estocada que le valió una oreja, que, a tenor del criterio anterior, debieron ser dos.

Complicado fue el saludo al quinto, ante el que volvió a tomar los palos Pérez. Andarín resultó en la muleta y, de vez en cuando, echaba una desconcertante mirada antes de pasar el novillo. Para corregirlo, Pérez trató de hacer una faena aseada, pero con el condicionante de la escasez ocasional de fuerzas de su oponente. Abrochó la faena toreando con la derecha sin ayuda, antes de unas ceñidas bernadinas y una arrucina antes de una soberbia estocada. Dos orejas.

Acople

Raúl Puebla se mostró serio con el capote en su primero y denotando ganas. Solvente en el trasteo de muleta ante un animal de buen tranco y condición , que transmitió mucho con sus embestidas alegres. Faltó ceñimiento, pero hubo acople y aprovechó las embestidas de un buen animal. Cerró con arrojo toreando de rodillas y aprovechando la nobleza del animal, lo que perdonó las posibles carencias. La colocación de la espada enfrió al respetable, que no a sus partidarios, y le valió una oreja.

Al segundo lo recibió con ganas y el corazón atropelló a la razón, por lo que se vio volteado. Comenzó con gustosos ayudados por alto una faena pulcra y elaborada, con un final arrebatado que no tomó vuelo. Oreja.

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