VIVIR TOLEDO

Fortunas y adversidades de la «Barriada de San Servando» hasta 2013

Mientras llega alguna solución, es visible el lamentable estado de una prometedora colonia que nació, en 1927, como un temprano ensanche de la ciudad

Vista desde un esquinazo de la antigua colonia de viviendas junto a la actual Ronda del Arroyo RAFAEL DEL CERRO

Por RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN

Como vimos en el artículo anterior , en 1925, se promovía en Toledo un moderno ensanche planificado cuando la ciudad reunía unos 26.000 habitantes, de los que algo más del ochenta por ciento residía en los barrios amurallados. El paraje previsto eran unas desnudas lomas, más arriba de la ermita de Santa Bárbara, cuyo acceso podía hacerse por la terriza subida de Cabrahigos, frente a la estación de Ferrocarril. La idea de crear allí una «ciudad jardín» -con el nombre de Barriada de San Servando -, había partido del Banco de Ahorro y Construcción , entidad que emprendía, desde 1920, la construcción de viviendas en régimen de alquiler por toda España o bien en venta directa a inversores privados –«o personas de orden»- que se inscribían como socios cooperativistas para cada nueva promoción.

Desde la llegada a Toledo de la citada entidad, la sede comercial estuvo en la calle de la Sierpe, 5, dirigida por Segundo Cuervo. En julio de 1927 se reorganizaba la oficina con los nombramientos de Rafael Aznar en la dirección y de Enrique Muñoz en las tareas de inspección, trasladándose a la calle de la Granada, 4, si bien, regresaría pronto al número 1 de la calle de la Sierpe, esquina a la transitada calle del Comercio. Existían sesenta agentes repartidos por la provincia (en 1928 se contabilizaban 800 socios), habiéndose ya acometido algunas actuaciones en Talavera y Sonseca.

Ya mencionamos que, en 1925, una vez concedidos por el Ayuntamiento de Toledo 150.000 metros cuadrados en los «Alijares de San Servando», el Banco empleó un par de años en dar los pasos administrativos para ejecutar 400 viviendas en aquel aireado paraje, elogiado como salutífero que sería hermoseado con escuelas, zonas deportivas y paseos. En el verano de 1927 ya estaban concluidas las obras de las primeras (y únicas) veinticuatro «higiénicas» casas adosadas en dos hileras de doce unidades. La estructura de cada una distribuía las habitaciones en una única planta con una cubierta a dos aguas, un pequeño jardín delantero y un patio posterior.

Una valiosa fuente informativa es el hallazgo, en el Archivo Municipal de Toledo, de una hoja publicitaria anexa al diario El Castellano del 15 de agosto de 1928, día grande para los toledanos que acudían a los cultos de la Virgen del Sagrario. Bajo un gran encabezado -El Banco de Ahorro y Construcción (sociedad Cooperativa de Crédito)- aparecen cinco columnas de texto que recogen el ideal de la entidad, un discurso del ministro de Trabajo en un acto oficial con Alfonso XIII y el plan ideado para el nuevo barrio de San Servando. También hay tres fotografías alusivas al delegado de la corporación (un «joven, instruido», de veintitrés años, Rafael Aznar Gérner ), a la entrega de la casa que hizo la entidad en Toledo, cerca de la plaza de Santa Catalina, en 1924, y la vista de una vivienda erigida por el director de la entidad, Luís Massó, que entregó a Alfonso XIII, el cual, a su vez, la cedió a la entonces naciente Ciudad Universitaria de Madrid. Sin embargo, para el público toledano, lo más sugestivo sería el dibujo que mostraba el «Proyecto de barriada de casas baratas». Tras la atractiva vista alzada del conjunto urbanizado, sobre unas lomas rocosas, se recortaban la torre de la Catedral, el Alcázar y lo que parece el castillo de San Servando. En 1930, otros anuncios recordaban que las viviendas podían cederse en propiedad o alquiler a los socios. Lo precios de alquiler, con las dotaciones de agua y luz, se situaban en 20, 25 y 30 pesetas mensuales que, según el tipo de acuerdo suscrito, podían servir de base para que el residente se convirtiera en propietario de la vivienda.

Un inciso en este proceso es el trágico final del referido delegado Rafael Aznar Gérner que, en 1936, ya con su tarea profesional fuera de Toledo, colaboraba con la entonces clandestina Falange en Madrid. Estallada la guerra, fue detenido el 18 de agosto de aquel año al intentar asaltar la sede del ministerio de Gobernación y de Unión Radio junto a otros implicados, entre ellos los hermanos Federico y Fernando Primo de Rivera Cobo de Guzmán, primos del fundador de Falange. Acusados de auxilio a la rebelión conforme al Código de Justicia militar, fueron condenados a muerte, el 25 de septiembre, Rafael Aznar, Jose Cubero, Constantino Palacios y Fernando Primo de Rivera . La pena les fue conmutada por la de reclusión perpetua, en Consejo de Ministros del 27 de septiembre. Sin embargo, por la noche, una patrulla miliciana llegaba a la Cárcel Modelo para trasladar a los cuatro detenidos a Ocaña, de cuyo resultado derivó su fusilamiento en la carretera de Majadahonda según recoge la pieza 5ª de la Causa General de Madrid que comenzó a instruirse a partir de 1940.

En Toledo, desde octubre de 1936, ya con la ciudad controlada por las tropas del general Franco, precisamente, la joven barriada, el arroyo de la Rosa, Cerro Cortado y los Alijares quedaron en el límite de un espacio que ocasionalmente las avanzadillas republicanas hostigaban desde la Sisla y la subida de las Nieves. Tras la guerra, en las baldías cuestas de Santa Bárbara, surgirían precarios cobijos autoconstruidos por las familias de los penados que trabajaban, desde finales de 1941, en la colonia penitenciaria que edificaba la nueva Academia de Infantería, quedando como un ordenado islote la fallida «Ciudad-Jardín». En 1944, las casas y los terrenos municipales cedidos en 1926, ahora los trasfería el Banco al Ejército para que erigiese la citada Academia, aunque, según lo estipulado, en 1926, deberían haber revertido a la ciudad. En el pleno municipal del 16 de noviembre de 1944 se desistió de reclamarlos. Se añadió además que aquellos bienes se liberasen de las cargas que tuvieran, pues era preciso dar facilidades «al Ministerio del Ejército, a quien debe tanto la ciudad».

Desde finales del XX la gestión de las viviendas entró en una fase de crisis y lento deterioro, objeto de reivindicación vecinal en medio de unas negociaciones entre el Instituto de Vivienda, Infraestructura y Equipamiento de la Defensa y el Ayuntamiento de Toledo que, en noviembre de 2013, llevaron a un convenio para edificar cada parte 36 viviendas de tres alturas sobre la ya excolonia de casas militares.

Mientras llega alguna solución, es visible el lamentable estado de una prometedora colonia que nació, en 1927, como un temprano ensanche de Toledo para unir confortabilidad y vida al aire libre. Aquel anciano proyecto -aún sin hipotecas refrenciadas en el variable euríbor- no deja de ser un arqueológico precedente de las presentes urbanizaciones de viviendas clonadas que hoy se prodigan alrededor de Toledo y en las poblaciones cercanas.

Rafael del Cerro Malagón, historiador y escritor
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