Daniel Gómez Aragonés trae este jueves a Toledo la «Historia de los visigodos»

El escritor e historiador toledano presenta en el castillo de San Servando, a las 19.30 horas, este libro en el que da respuesta a muchos interrogantes de ese periodo

Mariano Cebrián

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¿Alguna vez te habías preguntado qué ocurrió tras la Hispania Romana, por qué son tan relevantes los años 410 o 589, quién fue Recaredo o cuál es el legado de los visigodos? Las respuestas a estas y otras preguntas las encontrarás en el libro del escritor e historiador Daniel Gómez Aragonés (Madrid, 1983), « Historia de los visigodos » (Editorial Almuzara), que se presenta este jueves a las 19.30 horas en el castillo de San Servando, en un acto en el que estará acompañado por el director de la Real Academia de las Artes y Ciencias Históricas de Toledo y arqueólogo, Jesús Carrobles, y por el periodista y escritor Francisco José Rodríguez.

Aunque es madrileño de nacimiento, Daniel Gómez Aragonés se siente toledano por los cuatro costados. No en vano es vecino de Toledo desde hace 30 años, ciudad que ama, entre otras cosas, por ser la capital del Reino Visigodo y por ser el objeto de su labor investigadora. «No puede entenderse el Reino Visigodo sin Toledo. Tan importante era la monarquía y la iglesia como Toledo, que era el alma, el corazón y el espíritu de los visigodos», afirmaba en una entrevista a ABC cuando se publicó el libro que este jueves se presenta.

Por sus páginas, el lector se encontrará con personajes tanto masculinos como femeninos de este periodo, como Gala Placidia o el rey ostrogodo Teodorico el Grande, uno de los grandes hacedores de Europa junto con Carlomagno. Y, en el Reino Visigodo de Toledo , Leovigildo y Recaredo, para los que pido una estatua en la ciudad, donde tan sólo hay un paseo dedicado a uno de ellos que es conocido por ser un sitio donde se hace botellón. Pero también son dignos de mención personajes como Sisebuto, una especie de Alfonso X del siglo VII; Suintila, que fue quien consiguió la unificación de la Península Ibérica; Wamba, que sólo decidió aceptar la corona en Toledo y siendo ungido arzobispo; San Isidoro de Sevilla, que fue la correa de transmisión entre el mundo clásico y la Edad Media con sus «Etimologías», o San Ildefonso, patrón de Toledo y uno de los referentes religiosos y culturales de la época.

«Este es un periodo fascinante digno de una película o de una serie de Netflix. De hecho, esto creo que es lo que necesita España, producciones audiovisuales de este tipo, que engancharían al público a acercarse a temas de nuestra historia, incluso más que los libros, aunque no es una mala época tampoco para leer sobre estos asuntos», asegura Daniel Gómez Aragonés. De hecho, considera que «el gran referente y el germen de lo que hoy es España es el Reino Visigodo de Toledo. Algo que se mantiene a lo largo de toda la Edad Media, ya que, con la Reconquista, lo que se intentó realmente fue la restauración de ese periodo, que acabó en el 711 con la llegada de los musulmanes. Con los reyes godos hay un proyecto político basado en la monarquía, en la iglesia y un ejército para todo el territorio político de Hispania y una parte del sur de Francia».

El historiador toledano explica que no hay una razón específica de por qué los visigodos decidieron ubicar la capital en Toledo, pero se trata de un «proceso totalmente lógico», en su opinión, ya que ocupa el centro geográfico de la Península Ibérica y, si se quiere gobernar un territorio amplio, la ciudad permite buenos accesos. Así, según explica, «soportó muy bien la crisis del Bajo Imperio Romano , al no tener una aristocracia tardorromana que impidiese la implantación de una monarquía visigoda. Además, orográficamente permitió el desarrollo de la ciudad desde el peñón de la parte antigua hasta la Vega Baja, donde se instaló un complejo palatino y episcopal».

Por todo ello, el autor dice que siempre que tiene oportunidad de aparecer en los medios de comunicación tanto locales como regionales o nacionales, reclama una mayor atención para la época visigoda porque, a su juicio, «si la ciudad no se hubiese convertido en capital, no se entendería la importancia que tuvo después, a lo largo de la historia». Así, cree que, aunque la Toledo tiene ya el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda en la iglesia de San Román con todo el patrimonio que allí se recoge, «los visigodos no deberían ser un capítulo más de la historia de la ciudad, sino que tendrían que ser protagonistas». Por eso, insiste en que se erija una estatua sobre algún personaje como San Ildefonso, Leovigildo o Recaredo, «algo que serviría al menos para dar a conocer un periodo tan importante como tan desconocido para muchos», concluye.

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