ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Buscando al autor del Lazarillo

«Con toda probabilidad, es el humanista conquense Juan del Valdés»

Ilustración de una escena de el Lazarillo

POR MARIANO CALVO

Desde la publicación del Lazarillo de Tormes a mediados del siglo XVI, el misterio ha rodeado a la primera de nuestras obras picarescas, generando un aluvión de teorías contrapuestas que no han parado de crecer hasta la fecha. La más desazonante de las incógnitas es sin duda la identidad del anónimo novelista , auténtico vellocino de oro de la crítica literaria, porque el conocimiento del autor resulta clave para la adecuada apreciación de cualquier texto literario.

Pero la autoría no es el único de los problemas del libro. Tampoco se sabe dónde y cuándo se escribió ni en qué año vio la luz la primera de sus ediciones. Los especialistas discuten el sello alumbrado, erasmista o luterano de su anticlericalismo, y tampoco alcanzan consenso sobre la intención y el significado de la propia obra. Es tan escaso el conocimiento que tenemos de ella, que Víctor García de la Concha la calificó como «un libro todo problemas», y José Caso González rubricó diciendo que «todo en él es oscuro y arcano».

Antigua edición del Lazarillo

En este marco, me decidí a estudiar el Lazarillo con objeto de llegar, si ello era posible, a mis propias conclusiones. Y tras cuatro años de investigación , finalmente mi proyecto ha fructificado en una edición recientemente publicada por la editorial Almud , titulada Lazarillo de Tormes, una novela en busca de autor , donde ofrezco una teoría en gran parte novedosa sobre la identidad del escritor así como del proceso de gestación de la novela.

Escalona

La principal conclusión de mi búsqueda es que el autor del Lazarillo , con toda probabilidad, es el humanista conquense Juan de Valdés . El primer indicio se desprende de la relevante presencia de la villa de Escalona en la novela. Resulta extraordinariamente llamativo que en el largo viaje que realizan el ciego y Lazarillo desde Salamanca a Toledo, el texto solo mencione a Escalona y a los dos o tres pueblos de alrededor. Había motivos para preguntarse por qué, y deduje que la conexión entre Escalona y el Lazarillo se producía través de Juan de Valdés, ya que el humanista conquense residió en Escalona —«villa del duque della», dice el narrador del Lazarillo— como paje al servicio de don Diego López Pacheco, duque de Escalona. Como informan los biógrafos de Juan de Valdés, la estancia en Escalona fue decisiva en la formación del joven Valdés, a la sazón un chico de unos veintidós años, que acabó integrándose fervientemente en el círculo reformista de los alumbrados , alentado por el duque.

La breve alusión «estábamos en Escalona, villa del duque della» , resulta significativa para la datación del texto, ya que supone que el duque estaba vivo por entonces, y, siendo que el duque murió en 1529, la novela tuvo que escribirse en una fecha anterior. Por tanto, el término «ante quem» del Lazarillo puede fijarse en 1529, mientras el término «post quem» viene dado por la alusión a «los cuidados del rey de Francia», que comenzaron con la prisión de Francisco I en Madrid, en agosto de 1525.

Toledo

El siguiente paso era preguntarse dónde se hallaba Juan de Valdés entre 1525 y 1529 . La respuesta arroja que nuestro supuesto autor se hallaba en Toledo, junto a su hermano Alfonso (secretario del gran canciller de Carlos V, Mercurino Gattinara), entre el séquito del Emperador Carlos V, que hizo su entrada solemne en Toledo el 27 de abril de 1525.

Dos son los motivos que mueven a Juan de Valdés a acompañar a su hermano Alfonso. De una parte, hallar protección frente a la persecución de que eran objeto los alumbrados como él por la Inquisición, y de otro, conseguir un puesto de contino en la corte, es decir «un oficio real, (...) que no hay nadie que medre sino los que le tienen», como dice Lázaro de Tormes de sí mismo.

Juan contempla en Toledo la liturgia opulenta de la iglesia Primada de España , segunda en riqueza después de Roma, con su legión de acaudalados canónigos y capellanes, en contraste con la miseria de los que, como Lázaro de Tormes, pasan hambre a las puertas de la casa de Dios. Observa la falta de caridad de los religiosos , la fraudulenta utilización de las bulas de la Cruzada, el libertinaje y venalidad de muchos clérigos, y todo ello le reafirma en la necesidad de que la iglesia retorne a sus viejas raíces evangélicas. El resultado es un relato literario sobre un ficticio pregonero de Toledo llamado Lázaro de Tormes , al que pretende erigir, entre bromas y veras, en víctima simbólica de una sociedad que considera falta de caridad y regida espiritualmente por un clero corrompido.

Portada del libro

No se sabe dónde se alojaron los hermanos Valdés en Toledo, pero debió de ser, como era costumbre de la corte itinerante, en alguno de los palacios de la nobleza local. En este punto constatamos que la calle del Barco resalta en el Lazarillo como la calle donde se ubica tácitamente la casa del escudero . Si prestamos atención, esta casa coincide en su orientación topográfica con las casas principales de don Rodrigo Niño, las únicas en la calle del Barco dignas del alojamiento del secretario de Gattinara y de su hermano. Y no parece banal que Rodrigo Niño poseyera el título de Señor de Añover «de Tormes» , y señor también de «Tejares».

Siguiendo el camino de la lógica, la hipótesis que considero más probable es que el Lazarillo de Tormes la e scribiera Juan de Valdés entre agosto de 1525 y febrero de 1526 (fecha esta en que la corte se fue de Toledo) , en las casas de Rodrigo Niño, y que el nombre de Lázaro de Tormes sea la consecuencia de convertir al «Lazarillo» preexistente en el folklore popular, en el «Lázaro» adulto de la novela, al que se le añadió el sobrenombre «de Tormes» en correspondencia de gratitud por el hospedaje ofrecido por el Señor de Añover de Tormes a los hermanos Valdés.

Los editores del Lazarillo

Durante su estancia en Toledo, Juan de Valdés se relacionó con el editor de Alcalá de Henares con imprenta también en Toledo, Miguel de Eguía , con quien le unía su activismo alumbrado y erasmista. Al año siguiente, cuando Juan de Valdés se matricula en la universidad alcalaína, muy posiblemente le entregaría su manuscrito del Lazarillo para su publicación. Pero Eguía no lo llegó a publicar porque la Inquisición inició una persecución contra ambos, de modo que Eguía fue a prisión y Juan de Valdés tuvo que huir a Italia . La represión fue tal, que Eguía se volvió extremadamente cauto, y su producción editorial, que había estado a la cabeza de la difusión del erasmismo en España, experimentó un giro radical hacia la ortodoxia. El Lazarillo, pues, dejó de figurar definitivamente entre sus proyectos editoriales.

Veinte años después, el sucesor de Eguía, su cuñado Juan de Brocar , ignorante de quien era el autor del manuscrito, decidiría sacar una edición sin nombre de autor , con unas cuantas modificaciones de su cuño, que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros. Cuando muere cinco años después, le sucede al frente de la imprenta el librero Atanasio Salcedo , que, en vista del éxito de la primera edición, saca una segunda impresión del Lazarillo con los añadidos que su antecesor había decidido suprimir, conocidos como «las interpolaciones de la edición de Alcalá».

El título es un acróstico

Mientras construía mi hipótesis sobre la gestación del Lazarill o, me percaté de que el título de la obra ( La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades ) se componía de dos versos endecasílabos con rima parcial en es. La razón no podía ser otra que la de conformar un acróstico para albergar el nombre del autor , como era práctica muy común en las obras literarias de aquel tiempo. Es el caso, entre otros muchos, de La Celestina. Según el Diccionario de la RAE, «Acróstico se dice de una composición poética constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales, forman un vocablo o una frase». Si procedemos al análisis del título del Lazarillo , observamos que se desarrolla en dos endecasílabos rigurosamente escandidos, formando un logrado dístico, cuyas últimas sílabas forman una rima parcial en es. ¿Pero dónde se insertaba el nombre-firma del autor? Era obvio que las tres primeras letras del título combinadas con las tres últimas formaban el nombre de «VALDES».

El autor, Mariano Calvo

No obstante, aun declarando mi opinión favorable a la autoría del Lazarillo por Juan de Valdés, he de admitir que sigue faltando esa prueba concluyente que proporcione certidumbre por encima de toda discusión. La perseverante labor de los investigadores, sumada a la contribución de las nuevas tecnologías, auguran resultados positivos en un futuro más bien cercano. Pero mientras tanto, la identidad del autor de las fortunas y adversidades de nuestro primer pícaro seguirá siendo un misterio envuelto en una nube de teorías contradictorias . Lo que, bien mirado, lejos de ser una adversidad, constituye en cierto modo una fortuna, pues ya se sabe que el misterio en el arte es con frecuencia un factor que suma más que resta.

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