ENTREVISTA

Paloma Sánchez-Garnica: «Lamentablemente, la historia siempre la han contado vencedores y hombres»

La autora madrileña presentó en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, ‘Últimos días en Berlín’, finalista del Premio Planeta 2021

Mariano Cebrián

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Que Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) se ha convertido ya en una autora consagrada no le cabe duda a nadie. Son ya conocidos sus éxitos con 'La sonata del silencio' (2014), de la que se hizo una adaptación para una serie en TVE; 'Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido', con la que obtuvo el Premio de Novela Fernando Lara 2016 , y 'La sospecha de Sofía' (2019), que cuenta ya con diecinueve ediciones. En 2021 fue finalista del Premio Planeta con 'Últimos días en Berlín' , que presentó el pasado martes en la Biblioteca de Castilla-La Mancha de Toledo .

En su última novela, Sánchez-Garnica cuenta una emocionante historia de amor y guerra, de lucha y supervivencia, que traslada a los lectores hasta los años de la Revolución rusa y a una Alemania arrasada por el nazismo . La autora retrata los peligros de los totalitarismos a la vez que demuestra el poder del amor y la esperanza frente al odio y la furia.

Su novela comienza con una cita premonitoria de Stefan Zweig, pero la del tercer capítulo lo es aún más, creo yo. «Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada» (atribuida a Edmund Burke). Teniendo en cuenta como está el mundo actual, ¿están haciendo hoy lo suficiente los hombres buenos?

Yo quiero pensar que sí. Soy humanista y creo en la esencia noble del ser humano. Ahora mismo estamos en un punto delicado, ¿pero cuándo no? La sinrazón de la racionalidad humana es tropezar una y otra vez en la misma piedra, pero esperemos que sepamos levantarnos y equilibrarnos. Los políticos son los que toman las decisiones, pero éstos son el reflejo de la sociedad y, por lo tanto, la política nos incumbe a todos.

Su novela relata cómo creció la semilla del nazismo y del estalinismo, así como sus consecuencias. ¿Puede usarse su libro como un manual de autoayuda o servir de aviso a navegantes?

No pretendo eso, aunque la literatura en sí misma es la mejor autoayuda porque la lectura es un mecanismo de defensa contra la soledad, el aburrimiento, la necedad, la ignorancia... Es un antídoto y un antibiótico muy efectivo para prevenir y curar sociedades fácilmente manipulables. Por lo tanto, mi novela, como cualquier otra, está dirigida a ciudadanos críticos y con opinión libre para luchar contra quien nos quiera arrebatar el Estado de derecho y de bienestar en el que vivimos y que tanto nos ha costado alcanzar.

Uno de los múltiples mensajes que se extraen de la novela, usado por los nazis, fue que los bolcheviques les iban a quitar las casas a los ciudadanos, enarbolando así la idea de patria, algo que suena muy actual. ¿No cree que el nazismo y el estalinismo se hubieran puesto las botas con las redes sociales actuales o ya lo hacen otros hoy?

¿Por qué el nazismo arraigó tan fácilmente en una sociedad tan culta y evolucionada como la alemana? Básicamente, porque encontró una sociedad muy vulnerable socialmente y laboralmente, además de muy confrontada políticamente. Estaba, por un lado, el miedo a la extensión de la Revolución rusa, que un personaje ultranacionalista como era Hitler lo usó para meter miedo. Pero, en cuanto a las redes sociales, nos creemos que hemos inventado la pólvora, pero ya en los años 20 y 30 del siglo XX eran los 11 principios de Goebbels los que servían para manipular a la población a través de la radio. Mientras, en Rusia pasó exactamente lo mismo con Stalin, a la que prometieron un futuro mejor que nunca llegó, nada más que para las élites del régimen.

En cualquier caso, en su novela hay un sentimiento que sobresale por encima del odio en muchas ocasiones. De hecho, un personaje llega decir que «el amor y la esperanza son infinitamente más poderosos que el odio y la furia». ¿Suscribe usted esta afirmación?

Absolutamente. Yo creo que, incluso en los momentos más complicados, el ser humano tiene la capacidad de amar en el sentido más amplio, no sólo amor pasional, sino el de una madre a sus hijos y viceversa, entre hermanos o entre amigos. Este sentimiento es el que ennoblece a la humanidad y el que nos diferencia de otros seres vivos.

Aunque el protagonista, Yuri Santacruz, es un hombre, las mujeres tienen mucho peso en su novela. Otro de los temas que muestra son los abusos y los malos tratos que ellas sufren, y más en tiempos tan hostiles como los que narra. ¿Han cambiado mucho las cosas en este sentido o no?

Quiero pensar que sí. En España, por ejemplo, hemos evolucionado mucho. Yo nací en 1962 y he sido parte y testigo de la evolución que hemos tenido, pasando de ser un país absolutamente machista a ver mujeres que en las últimas décadas del siglo XX rompieron con todo lo anterior. Pero no sólo ellas, sino ellos también, porque esto afecta a toda la sociedad. ¿Cuántas grandes mujeres hemos perdido a lo largo de la historia -científicas, médicas, artistas o escritoras- porque estaban obligadas a quedarse en casa? Al final, lamentablemente, la historia siempre la han contado los vencedores y los hombres. Por eso, yo, en mi novela, rindo homenaje a las mujeres que durante los totalitarismos y la guerra tuvieron que tragarse su doble tragedia.

Para escribir 'Últimos días en Berlín', cuenta que ha leído un buen número de documentación, libros y novelas sobre el contexto histórico en el que se sitúa. De hecho, cuando la presentó a los Premios Planeta lo hizo con otro título, 'Hijos de la ira', y con el pseudónimo Yuri Zhivago en homenaje a la obra de Boris Pasternak, con la que algunos la han comparado. ¿Exageran?

Cuando comencé a escribir mi novela, releí 'Doctor Zhivago' y vi luz en esa historia, y sobre todo en su protagonista, como un hombre con unos principios morales que eran muy difícil de mantener en unos tiempos tan complicados. Además, en la obra de Pasternak hay un triángulo amoroso parecido al de mi libro. Por lo tanto, es cierto que algo me inspiró, al igual que otras muchas novelas de aquella época.

No sé si el fenómeno Carmen Mola le ha servido a usted para ayudarle a promocionar su novela. Aunque se lo han preguntado ya muchas veces, ¿qué opina de la polémica desatada por algunos y algunas?

Más para vender su novela que la mía, pero es cierto que durante las primeras semanas en las que se conoció el Premio Planeta, se habló muchísimo sobre ello y ahí estaba yo. El debate y la polémica, referida a los libros, siempre es buena, pero el motivo que aducen algunos y algunas yo no lo veo. He conocido a los tres escritores que hay detrás de Carmen Mola y son tres tíos estupendos, generosos, divertidos y muy trabajadores. Cuando se juntaron a escribir y decidieron ese pseudónimo de manera casual, jamás se habrían imaginado el éxito que iban a tener, como cualquier autor, a no ser que sean adivinos. Al final lo que todos buscamos es que nos publiquen porque nuestras novelas son buenas, y nada más.

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