Carlos Sancho Zamora - Opinión

¡Siempre agradecidos José Rincón!

«Ha sido sin lugar a dudas una de las personalidades más influyentes en la Iglesia universal del siglo XX» y «un cristiano auténtico, un hombre entregado a la Iglesia y al prójimo»

Carlos SANCHO ZAMORA

El pasado 16 de abril, nos sobrecogía la noticia del fallecimiento de nuestro querido Pepe Rincón . Por un lado nos envolvía un sentimiento de tristeza por la pérdida de una persona tan extraordinaria, por otra parte un sereno gozo de tener la certeza que gozaba de la presencia de Dios a quien tanto ha amado durante su larga vida. Podemos afirmar que Rincón ha sido sin lugar a dudas una de las personalidades más influyentes en la Iglesia universal del siglo XX por su trabajo codo con codo con los Papas Pablo VI y S. Juan Pablo II, aparte de haber conversado varias veces con el Papa Emérito Benedicto XVI entonces prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe. Desde que le conocí, en las tandas de Ejercicios organizados por la Acción Católica, por la que se entregó durante toda su vida, me impactó su profunda fe, bien podría decirse lo que dijo el apóstol «el Justo vive por la fe».

Era un cristiano auténtico, completamente convencido de sus creencias; había una conexión entre lo que creía, pensaba y hacía. Cuando hablaba, veías que poco a poco se iba entusiasmando cada vez más, su tono de voz se hacía fuerte y transmitía un entusiasmo realmente poco frecuente en los cristianos de hoy día. En él sí que se hacía realidad aquello que dijo el Papa Pablo VI:  «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio» Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi. Hombre cultivado y autodidacta tuvo también la gracia de tener por padres espirituales a grandes sacerdotes santos como D. Anastasio Granados, D. Manuel Aparici o el mismo venerable José Rivera.

Fue un hombre con una profunda formación espiritual, conocía perfectamente las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia. Pero sin lugar a dudas, Rincón fue cautivado por el trato con Jesucristo del que decía que era su gran alegría, recuerdo escucharle en unos ejercicios espirituales que impartió en la parroquia de S. José Obrero a los feligreses, que su gozo era pasar tiempo abundante con Nuestro Señor, que era lo mejor que podía hacer un cristiano, de ahí procedía su gran actividad apostólica abundantísima a lo largo y ancho de su vida, organizó más de un centenar de tandas de ejercicios, impartió igualmente cientos de retiros aparte de otros innumerables encuentros y se recorrió toda la diócesis y parte de España predicando el Evangelio. Pero como decía Madre Teresa de Calcuta, «lo importante no es lo mucho que realizamos sino el amor que ponemos en nuestras obras».

Pepe fue un hombre entregado a la Iglesia y también al prójimo , cuidaba mucho los detalles, visitas a pobres, migrantes, enfermos, (cuando nuestros padres estaban en el hospital, allí acudía Rincón con el rosario en mano y rezaba discretamente, su presencia nos reconfortaba y esperanzaba siempre), ha escritos miles de cartas acordándose de cumpleaños, aniversarios o para invitar personalmente a retiros o ejercicios, Pepe sabía que en el trato personal se jugaba ganar almas para Cristo que fue lo que realmente le cautivó en su vida. Finalmente quisiera resaltar su vocación seglar, primeramente se preocupó de los grandes problemas de nuestro tiempo, el respeto a la vida, la patria, la paz, el problema del paro, se involucraba en las asociaciones de vecinos y otras realidades propias de su condición seglar, es decir, sabía encarnar los problemas de los hombres por los que se desvivía siempre con una solicitud ejemplar. Podemos decir que él si fue profeta en su tierra, recuerdo que le acompañé a una charla sobre el venerable José Rivera a El Romeral, su tierra natal, al final de la charla, era digno de ver los rostros emocionados de sus paisanos a los que espoleaba a seguir a Jesucristo y a amar a la Iglesia. Solía celebrar su onomástica mucho más que su cumpleaños, no deja de ser providencial que en el año de San José haya sido llamado para volver a la casa del Padre, junto a la Virgen, a la que tenía una especial devoción, y a su esposa María, para seguir gozando y disfrutando de la presencia de Dios junto a tantas personas queridas a las que ayudó a ir al cielo, a nosotros nos toca, dar gracias a Dios por este gran fruto maduro de la Iglesia y pedirle, que nos ayude a llegar un día a la meta que ya ha alcanzado y que seguro nos ayudará a alcanzar. Siempre agradecidos,

¡Hasta el cielo Pepe!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación