ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

En busca de una luz interior

Un poemario presidido por la búsqueda impenitente de la luz, por la reafirmación del yo en, desde, por y para la escritura

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Los dones de la luz

MANUEL CORTIJO RODRÍGUEZ

Editorial Lastura, 2015

Tras la publicación tardía de su primer libro, Memoria de lo usado (2014), Manuel Cortijo Rodríguez vuelve a dar a la imprenta un segundo poemario, Los dones de la luz, con un atinado e ilustrativo prólogo de Rocío Alarcón, según la cual esta segunda entrega del poeta rodense gira en torno a tres ejes fundamentales: «la luz, la búsqueda de la identidad y la metapoesía. Un procedimiento y dos temas que se encuentran íntimamente vinculados».

Una poesía que, en efecto, a través del símbolo de la luz como elemento vertebrador, ahonda en el autoconocimiento para establecer en la palabra poética un asidero de salvación personal. Una poética cuya búsqueda de claridad podría situarse en la línea de los vuelos celebrativos de Claudio Rodríguez, de sus raptos metafísicos y sus anhelos de conocimiento.

La querencia por la entonación interrogativa y exclamativa, el tono arrebatado, y la constante actitud indagadora de los poemas son otros tantos rasgos que sitúan este poemario como un camino de autoconocimiento (véase, como ejemplo, el titulado «Saber»), donde el afán gnoseológico lo impulsa todo. La de Manuel Cortijo es, en consecuencia, una actitud contemplativa que se basa en «el acto más puro de mirar», pero de mirar hacia adentro.

De ahí que todo el poemario, unitariamente, pueda entenderse como una doble búsqueda, que es por un lado la búsqueda del yo personal y su sentido («abandónate y entra un poco más en ti/ hasta que al fin existas y seas tú»). Y por otro lado esa «tarea de buscar» se afana en perseguir la palabra reveladora que le haga encontrarse al poeta a sí mismo en el espacio del poema, o en el espacio de la luz. En expresión del propio autor, se trata de una búsqueda de «esa luz/ que no es para los ojos», sino que es más bien una luz interior (el poema «Búsqueda» no puede resultar más significativo).

El símbolo de la luz y su cualidad iluminadora, tiene un significado explícito en muchos poemas, pero valga como ejemplo el titulado «Palabras para ser», así como los siguientes, donde queda muy evidente que la búsqueda, en el plano más material, es la de las palabras, las palabras que salvan y las que permiten la autoafirmación personal, las que te llevan a la «insistencia» de nombrar para ser, de nombrar «para estar más en mí», de nombrar para vivir. Nombrar para «renacer» en la escritura, y a través de ella entrar en un ámbito que resulte habitable. Ahí es donde la dimensión metaliteraria del libro encuentra su último sentido y su dimensión más trascendente.

Luz-palabra-identidad-poema son los 4 elementos que se fusionan interiormente hasta conseguir esa sensación de libertad de la que el poeta habla en «Fusión», y que se produce porque se ha encontrado a sí mismo en el «cuerpo del poema», ese espacio emocional que preexiste al acto físico de la escritura, puesto que «ya era voz antes que palabra».

Los dones de la luz presenta algunas variantes formales y estilísticas con respecto a su libro anterior, tal es el caso de algunas rupturas métricas voluntarias, que le dan variedad al eje rítmico de su poesía, que sigue girando en torno al patrón métrico de 7, 11 y 14 sílabas. Igualmente, aparecen como novedad las concatenaciones verbales entre algunos versos mediante el recurso de la anadiplosis, así como las repeticiones anafóricas y paralelísticas, a veces hilvanadas en esos crescendos que son tan propios del versículo de Luis Rosales: («como quien ha mirado,/ como quien ha mirado una vez sola/ su presencia en el mundo y ha creído,/ ha creído en el ser…»).

Libro, en fin, de búsquedas vitales y existenciales, pero también de búsquedas formales y literarias, y sobre todo, un poemario presidido por la búsqueda impenitente de la luz, por la reafirmación del yo en, desde, por y para la escritura.

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