El arzobispado abre al mundo el Colegio de Doncellas Nobles

Toledo aumenta a partir del 1 de marzo su patrimonio cultural visitable con este palacio vetado al gran público durante siglos

Se podrá visitar todos los días de la semana. Las entradas se gestionarán a través de la pulsera turística y será gratis para los toledanos

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El Arzobispado de Toledo abrirá al público, a partir de este martes, 1 de marzo, las puertas del Real Colegio de Doncellas Nobles, un emblemático edificio cargado de arte y de historia y que, hasta ahora, solo podía ser visitado de forma excepcional o en momentos puntuales. Un edificio muy poco conocido para los toledanos y que, a partir de ahora, formará parte del paquete que ofrece el Arzobispado junto con la iglesia de Santo Tomé, Santa María La Blanca, San Juan de los Reyes, el Cristo de la Luz, la iglesia de los Jesuitas y la del Salvador. Las visitas, todos los días de la semana, se gestionarán a través de la «pulsera turística», aunque para los toledanos, como el resto de los edificios, será gratuita.

El templo de Doncellas Nobles responde al copatronato entre Su Majestad el Rey, es decir, Patrimonio Nacional, y el Arzobispado de Toledo.

Aunque se conserva el relieve de Juan Bautista Vázquez el Viejo sobre la portada principal, el edificio actual es del siglo XVIII, en parte realizado por José Hernández Sierra en 1757-68 y en parte por Ventura Rodríguez en 1775-87. El auge de la institución a finales del siglo XIX dio lugar a una ampliación con un edificio adjunto levantado en 1900-1903 por Santiago Castellanos, propiedad, ahora, de la Junta de Castilla-La Mancha desde 1990. Esto obligó a construir el cobertizo, ahora clausurado.

El Colegio de Doncellas es, junto con la iglesia San Ildefonso (los Jesuitas), uno de los ejemplos más bellos del barroco toledano. Además de su interés patrimonial, el edificio tiene un gran valor sentimental para muchos toledanos. Allí se educaron numerosas generaciones de «doncellas», que tenían que justificar su «limpieza de sangre», es decir, no ser descendientes de moros, judíos o herejes, por mandato de su fundador, el cardenal Silíceo, cuyo mausoleo preside la impresionante iglesia del palacio. Las doncellas han vivido en este colegio hasta finales del siglo XX. Una de sus últimas moradoras fue Carlota Ramírez de Arellano, hija del fundador de la Real Academia de Bellas Artes de Toledo, Rafael Ramírez de Arellano, que falleció hace tan solo 14 años. En la época del cardenal Marcelo González Martín y con José Bono como presidente de Castilla-La Mancha se realizó una reforma del edificio, que se inauguró en 1994. Fue en 1988 cuando se decidió convertir el colegio en una residencia universitaria femenina, actualmente en funcionamiento, y se acordó que desaparecieran de los estatutos todos los preceptos relativos al linaje, limpieza de sangre, raza y dote. Se lograron dos objetivos singularmente importantes: recuperar las funciones de la institución para la formación integral de la mujer sobre principios cristianos de acuerdo con la voluntad del Cardenal Silíceo, fundador del colegio, y, al mismo tiempo rehabilitar dos edificios construidos con más de tres siglos de diferencia; el más antiguo, del siglo XVI y otro inmediato, levantado en los últimos años del siglo XIX para ampliar aquel, que ahora es un edificio del Gobierno regional, que alberga la vicepresidencia de la Junta. Ahora, en 2016, la ciudad recupera otro espacio cultural desconocido para una gran mayoría. Otro orgullo para Toledo.

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