Mariano de la Viña, el fiel escudero

El banderillero de Albacete lleva casi tres décadas con Enrique Ponce. Lo suyo ha sido el capote de brega, nunca intentó coger una muleta. El sábado cumplió 51 años, el domingo volvió a nacer

Mariano de la Viña es llevado a la enfermería tras la brutal paliza que le dio «Sigiloso», un toro de Montalvo de 544 kilos Fabián Simón
Juan Antonio Pérez

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Los relojes del mundo del toro se pararon el domingo a media tarde. Mientras, las redes sociales subían su ya de por sí irrefrenable taquicardia con un vídeo morboso. Curiosa paradoja. En él aparece Mariano de Mingo Simón (Albacete, 1968) «Mariano de la Viña » inconsciente, zarandeado como un pelele y cosido a cornadas en la plaza de La Misericordia de Zaragoza por «Sigiloso», un toro de Montalvo de 544 kilos .

«Ha entrado muerto», lamentaba Enrique Ponce a las puertas de la enfermería, invadido por las lágrimas, esperando alguna noticia positiva de su amigo. La esperanza es lo único que queda cuando ya no queda nada. Muy entrada la madrugada, el banderillero salía del quirófano y el doctor Carlos Val-Carreres declaraba: «Hemos salvado la vida de Mariano de la Viña en una primera instancia, pero sigue estando muy grave». Uuffff... Aunque el peligro aún no ha pasado, el grito de alivio debió de oírse en China.

Mariano es el peón de confianza de Ponce desde hace casi tres décadas (salvo un periodo de dos años, 2010-2011, en el que estuvo a las órdenes de Daniel Luque). El de las más de 2.400 corridas, seguramente más de 5.000 toros. «Siempre ha sido un banderillero muy poderoso, es decir, cuya cualidad principal es el conocimiento y el control de la lidia... Hemos vivido muchos años y tenerlo a mi lado es una garantía de que las cosas se harán bien», repite Ponce.

«Sigiloso» era el último cornúpeta que De la Viña tenía que lidiar esta temporada en España. Uno más, y a hacer las maletas rumbo a América. Como Paquirri en Pozoblanco aquel septiembre de 1984. Sin embargo, el albaceteño ha huido, al menos de momento, de un destino trágico seguro. ¿Por qué? Pues porque ya no quedan enfermerías lamentables como aquellas de mediados de los 80. Y porque Val-Carreres es un señor capaz de salvar a un paciente «en situación cataclísmica» , un eufemismo para decir que Mariano estaba en parada cardíaca después de sufrir dos cornadas (una de 27 centímetros que le arrancó la femoral y otra de 22 en el glúteo) y un traumatismo craneoencefálico.

Nieto del «Chico de la Viña»

Mariano de la Viña procede de una familia de taurinos. Su abuelo Valeriano «Chico de la Viña» nació en Riofrío del Llano (Guadalajara) y de muy pequeño se trasladó a la barriada madrileña de La Viña, de ahí el apodo. Trabajó en los talleres de ferrocarril de Alcázar de San Juan, se asentó en Albacete e hizo de todo en el planeta de los toros: novillero, banderillero, ganadero y empresario. En la capital manchega nació su hijo Mariano, quien también fue banderillero además de profesor en la Escuela Taurina de Albacete.

En ese ambiente se crió el fiel escudero de Ponce. Torero tenía que ser. Sin embargo, Mariano, la tercera generación de los de la Viña, nunca intentó coger una muleta. Lo suyo fue el capote de brega desde el principio: abrazada la mayoría de edad debutó en la cuadrilla de su primo Rafi, que llegó a matador, y al poco tiempo se colocó con Ponce, tres años más joven.

Hasta la fecha solo se le recordaba una cornada grave en el muslo izquierdo en Colmenar Viejo, allá por 2004. El sábado cumplió 51 años, el domingo volvió a nacer.

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