Las Palmas-Villareal: Salvar a Paco

Durkheim estableció las cinco bases de sustentación del suicidio. El altruista, egoista, facultativo, anímico y fatalista. Apunten el último: el fatalista. Aparece siempre ante una situación donde se es incapaz de controlar. Pero no se equivoquen, el procedimiento de autoeliminación del partido ante el Villareal no surje, se impone. La vena del cuello de Super Paco Jémez se hincha en el descanso (desconocemos si con hemoptisis) y en su línea vehemente y respetable, insta y sale a ganar o morir. Como si no quedara todavía tela que cortar. Lo decide, por motivos de un pasado reciente de empates que se alojan en su psique histriónica. Transmite el quemar las naves, cuando el proceso de configuración del juego de ataque no esta de momento establecido. Volverá a culparse.

El liderazgo es sentido común aplicado con paciente proyección controlada. Super Paco se precipitó ante un buen equipo. En la segunda mitad se lanzó al vacío con un proceso ofensivo, como loco, sin sentido, ni orden. Las Palmas se autodestruye posicionalmente sin elección ni posibilidad de accionar una defensa sobre el balón, espacio o, al menos, su propia área. Se conforma con un mísero repliegue cutre y tardío, desperdiciado por el Villareal en mas de cuatro opciones fallidas de goles cantados.

Queda lo mejor de lo peor: la miniliga de los pobres. Jugaremos contra un Deportivo desfasado y un Levante-Las Palmas que suena más que nunca a una broma del TBO entre otros mejores. Retórica improcedente sobre los otros. Un proyecto roto por incompetencia profesional múltiple. Crónica de una muerte casi anunciada con el suicidio competitivo en vivo y en directo . ¿Se trata de un simple buche de sangre después de un mal almuerzo de domingo? Queremos ayudar a Super Paco, ¿pero cómo?, me pregunto.