Gustavo Reneses - Babilonia en guagua

Echa ron ventorrillero

La cosa va a ritmo de guaracha sabrosona, y como no podría ser de otra manera, con la mirada puesta en Madrid

Gustavo Reneses
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En estos días azules de marzo regresa la guagua a las carreteras de Babilonia, al asomarnos al ventanal se puede confirmar que, por muy raro que pueda parecer, la cosa sigue igual.

En política, estamos como lo dejamos hace unos meses. O peor. En ningún patio de colegio las peleas entre niños han sido tan complejas como la pelotera que se ha armado el Congreso de los Diputados. Lo de ser los mejores amiguitos, hasta encontrar a otro “más mejor” tiene tela. Y la cosa pinta que en un par de meses volveremos a tener elección para delegado de clase. Si con eso no funciona, siempre nos quedará el “piedra, papel y tijera”. ¿Poco serio? A fin de cuentas son más de 130 millones de euros en ahorro y el resultado el mismo.

En política ultraperiférica, la cosa va a ritmo de guaracha sabrosona, y como no podría ser de otra manera, con la mirada puesta en Madrid. Esto es, todos en sus puestos afilando sables y moviendo la cintura, hasta que se vea asomar por el horizonte el color de la bandera victoriosa. Lo que viene después ya se sabe por episodios anteriores.

Si una cosa hemos podido sacar en claro de esta travesía por el desierto, es que el postureo está a la vanguardia del debate político. Desde las declaraciones de amor en la tribuna de la Carrera de San Jerónimo y la consecuente oferta de picadero a sus señorías, hasta el cambio de opinión basado en la analítica Social Media, pasando por la bochornosa habilidad en liarse la lengua con trabalenguas de difícil comprensión intelectual. Todo vale en este burlesque.

Y es que mientras el personal que camina por el lodo, está a lo suyo sacando este proyecto de país hacia delante con dignidad, hay otros más arriba que entre selfie y morritos, siguen pensando que el debacle del IBEX, la silenciosa hemorragia en la caja de las pensiones o los alarmantes datos en materia social son una simple casualidad que no va con ellos.

Si hay algo que destaca por encima de todo es la capacidad de las personas en salvar los efectos de la crisis a base de constancia, rigor, búsqueda de soluciones solidarias y, sobre todo, dando una posición unánime acerca de la necesidad de diálogo entre los que están más cerca del vértice de la pirámide.

Grave contradicción entre los valores de la dolce vita y de la agridulce vita, aunque para arreglar eso no hay nuevas elecciones, ni pacto a la vista. La descarada erosión de los valores democráticos en favor de un escenario de cartón piedra no es el camino que sentó las bases de los estados modernos.

Más bien pareciera que involucionáramos a marchas forzadas para meternos de nuevo en la caverna. En la de Platón para más señas, para disfrutar de un espectáculo de sombras en la pared.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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