Valderrobres, en Teruel
Valderrobres, en Teruel - FABIÁN SIMÓN
VIAJAR

Estos son los pueblos más bonitos de Aragón

ZARAGOZA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Aragón puede presumir de ser la Comunidad con más pueblos «Bonitos de España». Seis están en la provincia de Teruel –la que más tiene–, uno pertenece a Zaragoza y otros tres están en el Alto Aragón. En total, diez municipios con mucho encanto forman parte de este selecto club.

12345678910
  1. Aínsa

    F. SIMÓN

    Aínsa está situado en el Pirineo oscense, en la comarca del Sobrarbe. Era, junto con Boltaña, la cabeza histórica del antiguo condado de Sobrarbe. Actualmente, parte de su término municipal está ocupado por el Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara.

    Aunque la leyenda sitúa el nacimiento de Aínsa en la conquista de la plaza por las tropas del rey Garcí Ximénez en el año 724 gracias al milagro de la cruz de fuego, los historiadores apuntan que los musulmanes no llegaron a establecerse en esta tierras.

    El castillo de Aínsa, que data del siglo XI, formó parte de la línea de defensa de los territorios cristianos y se convirtió en el embrión de la villa, que en tiempos de la Edad Media fue amurallada, y llegó a ser capital del condado, perteneciente al Reino de Aragón.

    La villa ha sabido conservar el encanto medieval, por eso el casco histórico de Aínsa está declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1965. Hoy en día es una de las localidades más visitadas del Alto Aragón.

  2. Albarracín

    F. SIMÓN

    Esta localidad turolense ocupa la tercera posición dentro de las 7 Maravillas Rurales de España. Se trata de localidad medieval que ha sabido guardar en sus calles el encanto del paso del tiempo. Es Monumento Nacional desde junio de 1961. En diciembre de 1996 recibió la medalla de oro al Mérito en Bellas Artes y actualmente se encuentra propuesta por la Unesco para ser declarada Patrimonio de la Humanidad.

    Escalinatas y pasadizos, muros irregulares de color rojizo con entramado de madera, calles empedradas, cada rincón, cada casa es objeto de admiración en este pueblo turolense. Sus puertas y llamadores –picaportes de hierro imitando un pequeño y fantástico dragón–, sus diminutas ventanas con visillos de encaje, sus balcones corridos en rica forja y de madera tallada, el más mínimo detalle es digno de contemplar. Y es que el monumento principal de Albarracín es la ciudad misma.

    Es uno de los pueblos más visitados de Aragón, de ahí que esté perfectamente adaptado para el turismo. No es difícil encontrar un hostal, una habitación de hotel o una casa rural para pasar la noche o disfrutar de una escapada de varios días y así poder también conocer la Sierra que rodea el municipio. Tampoco falta una amplia oferta de restauración.

  3. Alquézar

    F. SIMÓN

    En el Somontano oscense, a unos 50 kilómetros de la capital altoaragonesa, se enclava la villa de Alquézar. Encaramada a 660 metros de altitud, el pueblo se integra en un impresionante paisaje de rocas calizas modeladas por el río Vero, que ha creado con el paso de los años un cañón, con aguas color esmeralda, perfecto para la práctica del barranquismo.

    En lo alto del pueblo se encuentra su majestuosa Colegiata de Santa María la Mayor, antaño fortaleza y hoy Monumento Nacional. A sus pies se extiende el espeso caserío que surgió a la sombra de una fortaleza musulmana erigida en el siglo IX por Jalaf ibn Rasid. Tal fue la importancia de este enclave que daría nombre a la villa: al-qásr, Alquézar, la fortaleza.

    Declarada Conjunto Histórico Artístico, esta villa ofrece la posibilidad de revivir el lejano pasado medieval al recorrer sus calles y rincones más emblemáticos. Por ejemplo, el portalón gótico de acceso a la antigua villa o la antigua Plaza Mayor, una plaza porticada donde cada una de las casas cuenta con una solución arquitectónica diferente.

    Siguiendo el recorrido de las calles, en lo alto se halla la Colegiata, emplazada donde antaño estuvo la antigua fortaleza musulmana. Esta monumental Colegiata ha visto como el transcurrir de los siglos y las diferentes corrientes artísticas, dejaban su huella. Del primitivo templo románico tan solo se conserva el atrio decorado con capiteles historiados. Posteriormente, en el siglo XIV, se construyó el claustro gótico. La actual iglesia fue construida en estilo gótico-renacentista en el siglo XVI.

  4. Anento

    Anento es un pequeño municipio al sur de la provincia de Zaragoza, que cuenta con apenas un centenar de habitantes. Era uno de los 106 lugares que tuvo la Comunidad de Daroca hasta 1834, momento en que se disolvió esta entidad jurídico-política, fundada en el siglo XII por el conde de Barcelona y que comprendía diez villas y la ciudad de Daroca.

    El dato más antiguo sobre su existencia es de 1357. Por aquel entonces, Anento solo era una aldea, que incendiaron los castellanos para tomar el castillo. Y precisamente los restos de este castillo siguen siendo a día de hoy uno de sus los atractivos de la localidad. Sirvió de resistencia contra los soldados castellanos de Pedro el Cruel, aunque actualmente solo queda en pie la muralla principal con dos torres gemelas.

    Lo que sí sigue conservando siglos después es la esencia del medievo en sus calles. El pueblo presenta un interesante urbanismo en cuesta con estrechas callejas y abundancia de replacetas: algunas casas muestran portadas de arco apuntado, correspondientes al siglo XV.

    Tampoco pasa desapercibida su iglesia parroquial del siglo XII, en su interior, además de sus pinturas murales, destaca su retablo mayor del siglo XV, que está considerado por mucho expertos como el retablo gótico, más grande y mejor conservado de lo que fue la antigua Corona de Aragón.

    Y a pesar de que la agricultura ha sido y es el principal sustento de sus gentes, este pequeño pueblo apuesta por el turismo para revitalizar la economía rural. De hecho, cuenta con un albergue y varias casas rurales que ofrecen alojamiento, e incluso se ha construido una oficina de información turística, en la plaza, que incluye una tienda de souvenirs, para poder llevarse un recuerdo.

    En los albores del pasado siglo llegó a tener cerca de 400 vecinos, su récord histórico. Sin embargo, fue perdiendo población de forma paulatina y estuvo a punto de desaparecer en los años 80, llegando a tener solo una decena de vecinos. Hoy es un pueblo revitalizado que apuesta por el turismo.

  5. Ansó

    F. SIMÓN

    Ansó, ubicado a 860 metros de altura, es uno de los pueblos de montaña más bonitos del Pirineo aragonés. Como tal, la piedra es la base de su arquitectura. Tanto las fachadas de las casas como el suelo del pueblos son de piedra extraída del río Veral.

    Sus casas forman un núcleo urbano muy apretado, con calles estrechas que, en la mayoría de los casos, permiten justo el paso de un vehículo. Sin embargo, muchas casas están separadas entre ellas por estrechos callejones, pocos tienen más de medio metro de anchura. La belleza de su casco urbano llevó al Gobierno de Aragón en el año 2006 a declararlo Bien de Interés Cultural.

    Ansó limita con Francia a lo largo de más de 50 kilómetros, y con la Comunidad Foral de Navarra más de 30. Ello lo convierte en un territorio frontera. Su situación estratégica hizo que durante siglos disfrutara de privilegios otorgados por los distintos reyes aragoneses, ello forjó el carácter y la forma de vivir de sus gentes.

    Ansó ofrece principalmente naturaleza. Su extenso territorio alberga al norte el Parque Natural de los Valles Occidentales y al sur el paisaje protegido de las Foces de Fago y Biniés, donde se pueden practicar todas las actividades relacionadas con la alta y media montaña.

    Además, su gastronomía basada en las carnes procedentes de las razas autóctonas de la zona, las migas de pastor, la caza y las setas son un buen reclamo para el turista.

  6. Calaceite

    En el corazón del Matarraña, a muy pocos kilómetros de la frontera catalana, se encuentra esta localidad que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1973.

    El centro se articula en torno a la plaza Mayor y el templo parroquial. De este núcleo parten tres vías principales que atraviesan la población y que conectan con las capillas-portales, de la Virgen del Pilar, San Antonio, y la desaparecida Virgen del Rosario.

    Su estructura urbana tiene dos núcleos elevados originarios, la Torreta y el Castell, y destaca la abundancia de casas solariegas. A lo largo del siglo XVIII y principios del XIX hubo un período de eclosión arquitectónica en el que se construyeron muchas casas (se pueden observar sus escudos en las portadas) como indicio de prosperidad económica debido al cultivo del olivo, del que Calaceite ha sido históricamente máximo productor de la zona.

    El gran valor de Calaceite lo aporta el encanto y la belleza de su conjunto arquitectónico, en el que se funden el característico tono dorado de la piedra y el color pardo de sus tejados. El recorrido por sus calles siempre se ve recompensado con el descubrimiento de un nuevo rincón o perspectiva hasta este momento desconocido.

    La población de Calaceite es uno de los conjuntos urbanos mejor conservados del Matarraña, con numerosas casas señoriales, capillas, ermitas, portales, una antigua cárcel y un ayuntamiento del siglo XVII.

  7. Cantavieja

    Cantavieja, punto neurálgico del Maestrazgo, ha sido y es tierra de frontera. La localidad se encuentra situada sobre un peñón calizo a 1300 metros de altitud. Su fisionomía, de trazado medieval, invita a callejear por rincones y asomarse a sus miradores, desde los que se puede ver, al oeste, la imponente Muela Monchen, al este, la Vega de San Antonio y el Rebollar y, al sur, La Tarayuela.

    Su riqueza patrimonial se debe, en gran medida, a un rico y convulso pasado, donde Templarios, San Juanistas, y Carlistas, entre otros, han dejado su sello y sus recuerdos en forma de edificaciones, historias, gastronomía, caminos y sendas.

    El reflejo de lo vivido se aprecia al pasear por sus calles, desde tiempos de Aníbal Albarca, hasta el más reciente de los personajes de su historia «El Tigre del Maestrazgo» Ramón Cabrera. En el Museo de las Guerras Carlistas puede conocerse la historia de este hombre y las batallas que desde aquí se libraron.

    Al llegar a la Plaza Porticada de Cantavieja, se encuentra la Iglesia de la Asunción, que como su arquitecto Antonio Nadal cito al terminar la obra «Ni una igual en Roma». En el interior de la Torre se puede contemplar una de las escuelas más antiguas que se conservan en Aragón, datada en 1918 y otros tesoros como la vajilla que usaban los romeros de San Juan del Barranco o el reloj de pesos que hacía sonar las campanas.

  8. Puertomingalvo

    Enclavado en pleno Parque Cultural del Maestrazgo, Puertomingalvo es un pintoresco lugar donde el castillo juega un importante papel. El pueblo, tiene estrechas calles repletas de edificios de arquitectura popular, donde su máximo exponente es su ayuntamiento del siglo XIV.

    Su historia se remonta a tiempos de los íberos, con numerosas huellas que evidencian la presencia de gentes en esta época en la zona de Los Castillejos. Una necrópolis ubicada en el Montañés da fe del paso del Imperio romano por la zona. El poderío musulmán también recalcó en estas tierras. Fue en 1181 cuando Puertomingalvo fue reconquistado, y en 1202 se estableció el acta fundacional de la villa.

    El lugar tiene un gran encanto y el paseo por sus calles es una suerte para los sentidos. Es en lo alto del conjunto urbano donde se encuentra el castillo, elemento más significativo de la localidad. Se tienen noticias de él en 1202 con el nombre árabe de Avingalbón. Pedro II lo donó al Obispo de Zaragoza, para después entrar en un largo periodo de abandono. Es una de las fortificaciones mejor conservadas de toda el área del Maestrazgo

  9. Rubielos de Mora

    F. SIMÓN

    Encrucijada geográfica, cultural y económica, Rubielos de Mora se abre como un gran mirador natural sobre el altiplano de Teruel. De hecho se le conoce como el «Pórtico de Aragón». Otro de los sobrenombres que ostenta es el de «Corte de sierra» por el gran número de casas solariegas y edificios notables que forma su Conjunto Histórico Artístico.

    En su visita no puede faltar la antigua colegiata Santa María la Mayor y el gran retablo gótico internacional del siglo XV que guarda en su interior, dedicado a la Vida de la Virgen. También es imprescindible conocer el edificio civil más monumental: su Casa Consistorial, una bella obra renacentista con una lonja en la primera planta.

    Callejeando por Rubielos se pueden encontrar un sin fin de casas solariegas y pequeños palacios que pertenecieron a grandes nobles, donde destaca el trabajo de la piedra y la forja, sus aleros o sus escudos. Además de los conventos que alberga la villa: el de los Carmelitas Calzados y su impresionante claustro y el de las Madres Agustinas.

    Todo ello enmarcado en las murallas que protegían la villa. Rubielos llegó a contar con 7 portales para acceder a la villa de las que todavía hoy, se pueden admirar dos: la de San Antonio y del Carmen.

  10. Valderrobres

    F. SIMÓN

    Valderrobres posee un patrimonio arquitectónico de gran valor. Cuenta con seis ermitas de época medieval o moderna, restos de antiguas fábricas y elementos arquitectónicos artesanales como la Cueva del Mas de Juanos y más de cien masías esparcidas por su amplio territorio.

    El núcleo urbano se diferencia claramente en dos partes: el casco antiguo, al norte del río Matarraña, y el arrabal del puente, al sur. La iglesia parroquial de Santa María la Mayor fue declarada Monumento Histórico durante la Segunda República Española. Más recientemente, en 2004, la propia iglesia de Santa María la Mayor, la Casa Consistorial, el Castillo del Arzobispo y todo el Conjunto Histórico fueron declarados Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón.

    Destacan el castillo y la iglesia. Ambas obras, antiguamente intercomunicadas, son la seña de identidad de la localidad. Pertenecen al estilo gótico y son únicas en Aragón. El estilo gótico además es también visible en el puente de piedra y en el arco de San Roque, una de las siete puertas de entrada a través de las murallas.

    El renacimiento también lo fue para Valderrobres en el siglo XVI, cuando se construyó la Casa Consistorial y diversas viviendas como Casa Molés, Casa Foz, Casa Pereret, Casa Loscos y otras más. La Casa Consistorial, terminada en 1599, es otro de los arquetipos comarcales del manierismo tierrabajino, que captó la atención de la Exposición Universal de Barcelona de 1929, donde fue reproducida en el Pueblo Español.

Ver los comentarios