Viñeta de UPyD
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Los últimos de UPyD

El partido que surgió como «la tercera vía» al bipartidismo se resiste a desaparecer

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Hace 2.500 años, el mundo ya estaba lleno de cabezotas. Lo sabemos por el más famoso de todos, Leónidas, que además fue Rey y un alumno no muy brillante de matemáticas porque con 300 de sus hombres, espartanos ellos, se empeñó en enfrentarse al enorme ejército persa en la batalla de las Termópilas.

UPyD se agarra estos días al «espíritu Leónidas» para sobrevivir políticamente. No lo tiene fácil: en las últimas elecciones generales perdió más del 85 por ciento de sus apoyos y se ha quedado sin representación en el Congreso de los Diputados. El que fuera su candidato, Andrés Herzog, está en el paro y la madre creadora y todopoderosa, Rosa Díez, se dio de baja y pide la disolución del partido.

Pero, ¿cuál es la opinión de los fieles que aún siguen en UPyD?

Tras el varapalo electoral, una gestora dirige el partido hasta que el 2 de abril en un congreso extraordinario se decida el futuro. De los 10.000 afiliados con los que contó el partido magenta en su mejor momento, ahora quedan unos 2.800. Poco más de un centenar son concejales. En Castilla-La Mancha, su presencia se reduce a quince concejales en diez municipios. En caso de disolverse el partido, los concejales de UPyD pasarían al grupo no adscrito en cada ayuntamiento.

Gorka Maneiro, coordinador de la gestora, apuesta por «mantener la esencia» de UPyD, pero «a la vez renovarnos, refundarnos, incluso, para fortalecernos y recuperar sobre todo la confianza de los ciudadanos», informa Ep. Los afiliados consultados por ABC piensan igual y se niegan a creer que el final del partido esté cerca. El sábado 13 de febrero hubo un encuentro en Madrid de concejales de UPyD con la gestora. Agustín Olivares es miembro de ella y concejal en Campo de Criptana (Ciudad Real). Su «impresión» es que «lo que va a salir adelante es un nuevo consejo de dirección y que el proyecto va a continuar».

Álvaro Rubio, concejal en Tomelloso (Ciudad Real), analiza las diferentes opciones sin decantarse por ninguna: «Hay una corriente que aboga por la disolución total y crear una plataforma para defender ciertos temas. Otra (opción) es un cambio de siglas, pero seguiría siendo UPyD con distinta cara. También está la opción de dejarse absorber por Ciudadanos, pero este partido ha recibido votos de votantes del PP y ha volcado su espacio un poco más a la derecha. Otra opción es dejarse absorber por el PSOE. La opción de seguir con las mismas siglas tiene el inconveniente de que la gente lo asociaría a Rosa Díez, al comportamiento autoritario que ha tenido y a un partido perdedor».

Ciudadanos

En muy poco tiempo, UPyD pasó de ser «la tercera vía» al bipartidismo, a quedarse en 153.505 votos (un 0,61 por ciento). ¿En qué momento empezó su declive? Cualquier analista político coincide en que fue a raíz del no pacto con Ciudadanos. Los militantes de UPyD difieren sobre el por qué no hubo acuerdo. «Yo me decantaba por no pactar porque hay diferencias en los proyectos y, sobre todo, en la implantación del partido. En Ciudadanos todo el que ha querido entrar lo ha hecho y nosotros creíamos que el proyecto tenía que crecer de una forma sólida, intentando vetar a aquellas personas que venían de otro partido o a aquellas que solo venían a buscar cargos. Luego el tiempo da y quita razones y se puede pensar que a mí me la ha quitado, pero en su día es lo que pensaba. No me arrepiento», dice Agustín Olivares.

«Ellos (Ciudadanos) pedían unas cosas, nosotros ofrecíamos otras y hubo un pequeño enroque. Que seguramente hubiera sido mejor para todos, pues casi que sí, pero las negociaciones fueron las que fueron y ya no podemos dar marcha atrás», concede José Villarino.

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