Recorre la costa de Cádiz a Valencia con el cadáver de su mujer en el maletero y lo detienen tras regresar desde EE.UU.

Mató a la víctima el día de Navidad en unos apartamentos de Los Barrios y las cámaras captaron cómo la metía en el coche de alquiler

El cuerpo enterrado se encontró hace diez días en Alzira

Reconstrucción de los hechos

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«¿Por qué has venido?» «Si ya lo sabéis». Estas fueron las únicas palabras que se dignó a pronunciar Michael Martin Hoseyni, tras ser detenido por la Policía Nacional en el aeropuerto de Barajas donde lo estaban esperando. Se le acusa de matar a su mujer el día de Navidad en los apartamentos La Alcaidesa, en la localidad gaditana de Los Barrios. Luego emprendió una fuga sin ton ni son, con cuerpo y sin él, por España, Italia, Reino Unido y Estados Unidos, donde vivía la pareja, que ha terminado con el sospechoso entre rejas.

Esta historia tiene dos partes. El viaje soñado y una ruta hacia la nada. Michael, de 54 años, y su mujer Yana Rose, de 41, residentes en Denver (Estados Unidos) viajaron a Europa a finales de agosto para recorrer varios países. El 3 de diciembre llegaron a España desde Italia y atravesaron toda la costa de Cataluña a Cádiz. El 22 se alojaron en La Alcaidesa y pasaron allí la Nochebuena y la Navidad. A Yana, de origen ruso, la vieron el 25 disfrutando de sus larguísimas vacaciones.

La ruta hacia la nada también empieza ese día, aunque eso no se supo hasta mucho después. El 9 de enero una amiga de Yana se presenta en la comisaría de Abastos de Valencia. Se conocen de las redes sociales y no logra contactar con ella. Las gestiones policiales llevan hasta el coche de alquiler de la pareja, un Ford Kuga negro que localizan en el aeropuerto de Milán. Allí confirman que Michael Martín había cogido un vuelo a Reino Unido y de ahí a Estados Unidos dos días después de la denuncia.

Las pesquisas, asumidas por el Grupo de Desaparecidos de la de la UDEV Central de la Comisaría General de la Policía Judicial, llevan hasta los apartamentos de Los Barrios, donde se revisan las cámaras de seguridad del derecho y del revés. En una de esas cámaras ven cómo la víctima es arrastrada por los tobillos por el que parece ser su marido que la mete en el maletero del coche , como un fardo, muerta.

Empieza la caza de Michael Martín, mecánico con una empresa de compra venta de coches en un pueblo de Denver. Con autorización judicial se sigue su rastro : el coche, sus tarjetas bancarias y las antenas por las que se va moviendo su teléfono. Participan policías de Cádiz, Granada, Jaén, Murcia hasta llegar a Valencia. Allí había parado el Ford Kuga, y supuestamente Michael antes de viajar de nuevo a Barcelona y regresar al mismo punto. ¿Para qué?, se preguntan los investigadores. La única respuesta posible es Yana, su mujer.

El cuerpo sin vida fue localizado semienterrado el día 21 de enero en un paraje boscoso de Alzira (Valencia), muy cerca de un polígono industrial. El autor la enterró con prisas. Los agentes ya sabían que la víctima tenía un piercing en el ombligo y una cicatriz de una operación de apendicitis.

Las cámaras de seguridad y las entrevistas siguen dando resultado. Los policías las peinan una a una. Michael compró en una empresa de suministros industriales el 27 de diciembre una pala, un palote, un hacha, unos guantes anti-corte y un cúter, este último localizado junto al cuerpo de Yana.

La maquinaria de los investigadores estaba engrasada. No solo a nivel interno, también con el FBI. El pasado día 26 el enlace de este cuerpo en la Embajada de EE.UU. en Madrid les informa de que los U.S. Marshall norteamericanos tienen conocimiento de que el marido de la víctima se dispone a viajar de nuevo a España en los próximos días. Un nuevo dispositivo y nuevos nervios. Sale bien. A las nueve de la mañana del día 28 a Michael Martín l e ponen las esposas en Barajas, nada más aterrizar . No se inmuta. «¿Para qué has venido?», le pregunta el instructor de las diligencias. «Si ya lo sabéis», responde. Los agentes creen que se sintió presionado y pensó que si lo iban a detener mejor cumplir condena en España que en Estados Unidos. Fue puesto a disposición judicial del Juzgado de Instrucción de Violencia contra la Mujer en funciones de Guardia de Madrid, previa información al Juzgado de Violencia de Género de Algeciras (Cádiz) que lleva los hechos.

El viaje de su vida acabó para Yana en una zanja mal hecha de Alzira, un lugar del que probablemente ni siquiera había oído hablar jamás.

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